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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Caras antiguas

Sin entrar en detalles, contenidos y calidad, creo que existen suficientes series de televisión y películas de asesinos en serie como para que sea de conocimiento general que estudiar el cráneo es esencial para dar identidad y vida al cadáver de un desconocido. Ann Ross y su grupo de forenses de la Universidad Estatal de Carolina del Norte en Raleigh denuncian la falta de rigor en el uso del término “hispano” en los ambientes estadounidenses de la antropología forense. De primeras, la población que podría cubrir el término es enormemente heterogénea. Los cubanos tienen componentes españoles y africanos, pero nada de los indios. Por el contrario, los mexicanos no tienen rasgos africanos, muchos tienen antepasados españoles y algunos son totalmente indios. Ross y sus colegas deciden ir al origen y se proponen estudiar poblaciones en la Península Ibérica y sus cambios, si los hay, desde el siglo XVI, cuando comenzaron los movimientos de población hacia América, y la actualidad. Además, y desde el punto de vista estrictamente forense, van a tratar de averiguar si existe el dimorfismo sexual en estas poblaciones y, por tanto, si se puede distinguir el sexo a partir de las medidas craneales.

Miden 129 cráneos, entre ellos 70 hombres, de la colección Olóriz, recogida y almacenada durante el siglo XIX en los departamentos de Anatomía de Granada y Madrid (Federico Olóriz Aguilera nació en Granada en 1855 y murió en Madrid en 1912; médico y anatomista, trabajó en hospitales de Granada y ocupó la cátedra de Anatomía en la Universidad de Madrid; fue el introductor en España del sistema de identificación por las huellas dactilares). También estudiaron la colección Wamba, con 93 cráneos y de ellos 58 hombres, procedente de Villanubla y Valladolid y recogida en los siglos XVI y XVII. Y, para terminar, midieron los cráneos de la colección del Museu Bocage de Lisboa, con 54 cráneos, con 28 hombres, y fechada en los siglos XIX y XX.

Después de tomar las medidas habituales de los cráneos de estas colecciones y de la estadística pertinente, el resultado evidente es que la población es heterogénea y los investigadores basan este resultado en el largo historial de migraciones de la Península Ibérica (celtas, cartagineses, romanos, griegos, árabes de diversas procedencias, judíos,…). Existe un leve dimorfismo sexual (entre el 3.73% y el 4.64%) que, curiosamente, va disminuyendo con el paso de los siglos y el rostro de ambos sexos cada vez es más parecido. Esto último se observa, como es lógico por la diferencia temporal mayor, entre los cráneos españoles de los siglos XVI y XVII de la colección Wamba y el resto de cráneos españoles de los siglos XIX y XX. La disminución del dimorfismo sexual se da sobre todo en las mujeres cuyo rostro es ahora mayor y más cuadrado que en el siglo XVI. Quizá esto es lo que percibimos cuando comparamos el rostro de la Gioconda, la Virgen de Fra Angélico del Museo del Prado o el retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni con las mujeres más bellas del mundo en la actualidad, con el rostro alargado, la mandíbula y los pómulos prominentes y la nariz con personalidad. Antes, el rostro de la mujer bella se parecía a un bebé, ahora el encanto es andrógino.

*Ross, A.H., D.H. Ubelaker Y E.H. Kimmerle. 2011. Implications of dimorphism, population variation, and secular change in estimating population affinity in the Iberian Peninsula. Forensic Science International doi:10.1016/forsciint.2011.01.003

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