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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Caricias

La caricia de la madre anima al niño y le da sentimientos de seguridad y, así confortado, se lanza a explorar el mundo y asume riesgos, sin enterarse de ello, que sin caricias no hubiera aceptado. Jonathan Levav, de la Universidad Columbia de Nueva York, y Jennifer Argo, de la Universidad de Alberta en Canadá, se preguntaron si algo parecido ocurría entre adultos, y para encontrar una respuesta estudiaron el efecto del contacto físico en una forma de conducta exploratoria y de toma de riesgos muy típica de nuestra civilización: la inversión financiera. La hipótesis que plantearon es si el contacto físico crea un sentimiento de seguridad que anima a tomar decisiones financieras arriesgadas.
En todos los experimentos, los participantes tienen formación financiera y creen que participan en un trabajo sobre la conducta de los consumidores. Cada experimento se realiza en solitario con la única compañía de uno de los miembros del equipo que, se asegura, tiene un atractivo medio sobre el otro sexo. El contacto físico es una palmadita en el hombro del sujeto.
En el primer experimento se da a elegir a los sujetos entre un dinero seguro y un juego arriesgado que puede dar el doble de ganancias. Al llegar a la zona de experimentación, el experimentador lleva al sujeto al cubículo correspondiente dándole una palmadita en el hombro (1 segundo máximo) o sin palmada y, una vez instalado en su lugar, se aleja hasta una zona de espera que no ve el sujeto. Los tocados eligen un 50% más el juego arriesgado que el pago seguro; y la respuesta es igual en hombres y en mujeres.

En el segundo experimento, se compara el efecto de la palmadita en el hombro con un apretón de manos. Los resultados indican que la palmadita, como en el primer experimento, lleva a la toma de riesgos, mientras que el apretón de manos no funciona. Los sujetos reciben un dinero al llegar y deben invertirlo en un valor que devuelve un 4% sin riesgos y un valor con mayores oscilaciones. Los resultados indican que los participantes tocados por una mujer son los que toman más riesgos, otra vez un 50% más. Según los autores, esto se debe a que ese sutil toque de mujer nos recuerda las caricias de la madre, aquellas caricias que nos impulsaban a explorar nuestro entorno.
Este trabajo demuestra claramente que la crisis financiera mundial que todos sufrimos, y sufrimos cada vez más, no es culpa de quien invirtió mal y asumió riesgos sino de quien acarició a quien invirtió mal y lo lanzó a asumir riesgos exagerados. O de su madre que fue quien le enseñó a apreciar estas caricias. En fin, cada día se aprende algo nuevo.

*Levav, J. & J.J. Argo. 2010. Physical contact and financial risk-teaking. Psychological Science en prensa

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Por Eduardo Angulo

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