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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Próstata

Décadas llevan discutiendo médicos y moralistas sobre el riesgo que supone la activididad sobre la aparición del cáncer de próstata. Hay quien dice que, a más actividad sexual, más cáncer; por el contrario, hay otros que aseguran que una desbordada actividad sexual protege del cáncer de próstata. En fin, que Polyxeni Dimitripoulou y sus colegas, de la Universidad de Nottingham, en Inglaterra, se propusieron añadir unos cuantos argumentos más a la polémica. Para ello, encuestaron sobre su vida sexual a 431 hombres con cáncer de próstata y a 409 controles. Los enfermos habían sido diagnosticados cuando estaban en la década de los 50 de su edad; el 84% estaban casados o eran viudos, separados o divorciados (12%).

Según los resultados de las encuestas, el 59% se masturbaba o hacía el amor 12 veces al mes o más cuando estaban en sus veinte años, el 48% en los treinta, el 28% en los cuarenta y el 13% en los cincuenta. Los enfermos de cáncer siempre están en el grupo de frecuencia más alta en cada década de edad. Y sobre todo en cuanto a la masturbación llevan una gran ventaja a los no enfermos de cáncer de próstata: 34% sobre 24% en los veinte; 41% sobre 31% en los treinta; 34% sobre 28% en los cuarenta; y, con una gran caída final en los cincuenta, con 25% sobre 26%.

En resumen, parece que la actividad sexual de joven es un peligro mientras que, por el contrario, disminuye el riesgo según aumenta la edad. Masturbarse en los veinte y en los treinta aumenta el riesgo de cáncer; masturbarse a los cincuenta, en cambio, lo disminuye. Hacer el amor sin más no presenta ninguna relación con la enfermedad.

Si la actividad sexual parece presentar una cierta lógica en su relación con el cáncer de próstata, el trabajo de Luisa Zuccolo, de la Universidad de Bristol, también en Inglaterra, nos demuestra que queda mucho que conocer sobre el desarrollo de esta enfermedad. Después de estudiar los historiales de 1357 hombres con cáncer de próstata y de compararlos con 7990 controles, todos ellos con una edad entre 50 y 69 años, llegan a la conclusión de que la altura influye en el riesgo de contraer la enfermedad: aproximadamente un 6% de aumento del riesgo por cada 10 centímetros de altura. Según sus datos, entre el más bajo de su muestra y el más alto, la diferencia en el riesgo es de un 19%, casi una quinta parte. Como al tomar sus datos habían medido la longitud del tronco y de las piernas, concluyen que es la longitud de estas últimas el factor de riesgo a tener en cuenta.

En su repaso de la bibliografía, pudieron extraer datos de altura e incidencia del cáncer en otros 58 trabajos publicados. Después de repasar estos artículos, llegaron a la conclusión de que el riesgo, según el diseño del estudio, iba de su 6% hasta un 19% en el caso de los casos con la enfermedad más avanzada. Zuccolo y sus colegas consideran que el riesgo por la altura no es muy grande pero que su trabajo, de alguna manera, abre una línea de investigación para estudiar los factores que influyen en el desarrollo del cáncer de próstata.

*Dimitropoulou, P., A. Lophatananon, D. Easton, R. Pocock, D.P. Dearnaley, M. Guy, S. Edwards, L. O’Brien, A. Hall, R. Wilkinson, R. Eeles & K.R. Muir. 2009. Sexual activity and prostate cancer risk in men diagnosed at a younger age. British Journal of Urology International 103: 178-185.

*Zuccolo, L., R. Harris, D. Gunnell, S. Oliver, J.A. Lane, M. Davis, J. Donovan, David Neal, F. Hamdy, R. Beynon, J. Savovic & R.M. Martin. 2008. Height and prostate cancer risk: A large nested case-control study (ProtectT) and meta-analysis. Cancer Epidemiology, Biomarkers & Prevention 17: 2325-2336.

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