Según un artículo recién publicado en el número de abril de la revista Community Dentistry and Oral Epidemiology por Marcus Griffin y su grupo, de la Universidad de Leeds, los europeos no somos muy partidarios de la fluorización del agua potable. La bibliografía médica parece demostrar que añadir flúor al agua potable ayuda a controlar la caries; la concentración final es muy pequeña y queda alrededor de 0.7 a 1.2 partes de flúor por un millón de partes (p.p.m.) de agua. Pero los autores del artículo, después de encuestar a ciudadanos de 16 países (Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Polonia, Portugal y Suecia), entre septiembre y octubre de 2003, llegaron a la conclusión de que la gran mayoría de los europeos están en contra de añadir flúor al agua potable.
Para Marcus Griffin y su equipo, este resultado se debe a que los ciudadanos europeos, debido a las presiones propagandísticas de las multinacionales, aceptan mayoritariamente el uso de flúor en la pasta dentífrica, es decir, la iniciativa privada, mientras que rechazan el uso del mismo elemento en el agua potable, que sería una intervención de las instituciones públicas.
Esta conclusión, basada en la contraposición entre lo público y lo privado, quizá tenga que ver con el artículo publicado en 1992 por Philip Sutton, en el que dice, literalmente, que después de observar la conducta de una gran número de promotores de la fluorización por más de treinta años he llegado a la conclusión de que la mayoría son unos neuróticos.
La neurosis es el resultado de un conflicto, generalmente inconsciente, entre los sentimientos que el sujeto siente realmente pero no se atreve a admitir y mostrar (p.ej., odio, ira, celos, miedo, culpa, autodesprecio, deseo, envidia, etc.) y los sentimientos/conductas que se cree obligado, por la educación recibida y/o las exigencias sociales, a expresar. De esta contradicción, de este choque, surge habitualmente una máscara “intermedia”, un sentimiento/conducta más o menos deformado, al que llamamos síntoma. Un conjunto de síntomas recibe el nombre de “trastorno”. En fin, ya ven a lo que lleva el flúor en el agua potable. Y esto demuestra que la gran mayoría de los europeos no somos neuróticos. Por lo menos en cuanto al flúor.
Es una pena, pero del artículo de Sutton sólo tengo el resumen; si alguien me lo puede enviar completo, se lo agradecería enormemente.

*Griffin, M., D. Shickle & N. Moran. 2008. European citizens’ opinions on water fluoridation. Community Dentistry and Oral Epidemiology 36: 95-102.
*Sutton, P.R.N. 1992. Are most fluoridation promoters neurotics? Medical Hypotheses 39: 199-200.