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El miedo II

 

 

 

Hace algún tiempo ya os escribí un post sobre el miedo, en esta ocasión intentaremos profundizar un poco más en el tema.

El miedo o temor consiste en una emoción que genera un sentimiento desagradable cuando vemos algún tipo de peligro, el cual puede ser en un tiempo indeterminado, real o imaginario.

A pesar de ser un sentimiento desagradable, también es un gran aliado de nuestra mente, puesto que el miedo nos obliga a defendernos de una situación peligrosa o amenazante.

Nuestra reacción al miedo puede ser diversa, pasando por la huida, el ataque, la paralización o el camuflaje.

En los casos en los cuales el miedo es proporcional a la circunstancia que lo produce, nos produce una ansiedad que podríamos considerar razonable, pero si no es proporcional o infundado lo podemos interpretar de forma exagerada produciéndonos terror o pánico, siendo un miedo simplemente infundado.

La máxima expresión del miedo la denominamos pavor,  terror o pánico.

El miedo es una defensa pero también puede ser un limitador de nosotros mismos, colapsando nuestro desarrollo y alterándonos grandemente, llegando a percibir como una gran amenaza, alguna situación sin la mayor importancia.

Sigmund Freud definió el miedo como miedo real y miedo neurótico.

El miedo tiene como todo su opuesto, el valor.

Aunque el miedo es algo desagradable, aunque no es más que una medida de protección que tiene nuestro cerebro, como nuestro organismo tiene otra medida de protección, el dolor.

El miedo puede venir en formas de diversa intensidad tales como la suspicacia (recelo o sospecha), susceptibilidad (ofendernos con facilidad), celos, aprensión (escrúpulo o recelo), hipocondría (preocupación exagerada por algo), etc, creando la incertidumbre y el temor en la persona que lo padece.

El miedo se convierte en problema grave cuando genera angustia e incluso puede llegar a obligar a la persona afectada por el miedo a despreciarse a sí mismo por no ser capaz de superar sus miedos.

Muchos miedos son causados por una mente débil o poco madurada, para superarlos es necesario que la persona afectada se integre en las situaciones que le rodean y vaya estabilizando su mente.

Si podemos enfrentarnos al miedo superándolo es la mejor solución, pero en ocasiones no podemos superarlo, en ese caso hay que aprender a convivir con el.

El miedo más difícil de soportar consiste en temer a miedo, si tenemos miedo sin poder erradicarlo lo mejor es convivir con él y dominar las ideas que nos genera nuestra mente.

Cuando tenemos miedo nuestro organismo segrega adrenalina a nuestra sangre para prepararnos para reaccionar ante esta situación peligrosa, sobrealimentando a nuestro cerebro y a nuestros músculos.

También hay personas que les gusta esa sensación que produce esa descarga de adrenalina en la sangre y practican deportes de riesgo para sentir esa sensación.

Lo realmente peligroso es cuando nuestra mente fabrica miedos irreales, infundados, miedos que solo existen en nuestra cabeza.

En este caso, en lugar de ser una protección, es un muro que nos impide realizar cosas, puede estar basada en situaciones anteriores traumáticas o incómodas.

Esto nos puede llegar a generar estrés y a reaccionar exageradamente ante situaciones normales de la vida.

El miedo en un grado u otro lo sentimos todos, lo cual nos ayuda a sobrevivir como especie.

Existe el miedo equilibrante, que nos obliga a ser prudentes, el cual nos impide decir al jefe lo que pensamos de él, o nos obliga a realizar nuestras obligaciones, en lugar que hacer otras cosas que nos apetecen más.

El miedo toxico es ese miedo que permanece con nosotros durante un largo periodo de tiempo que puede llegar a dañar nuestra salud.

Realmente el miedo es muy poderoso y genera muchas reacciones físicas cuando una persona se asusta.

Generalmente el corazón se acelera para mandar más sangre a nuestro organismo, las pupilas suelen dilatarse, se genera adrenalina, noradrenalina y corticoides.

Los corticoides impiden la interconexión de nuestras neuronas.

La noradrenalina nos acelera el ritmo de las contracciones, controla nuestros niveles de atención…etc.

Existen muchos tipos de miedos, entre los más habituales podemos encontrar el miedo a tomar decisiones, miedo a tener responsabilidades, miedo a equivocarnos, miedo a que nos juzguen, miedo a que se nos ponga en evidencia, miedo a la soledad, etc.

El miedo patológico generalmente se basa en una baja autoestima o en algún hecho traumático del pasado.

El principal problema para los profesionales, es saber dónde termina el miedo normal y donde empieza la enfermedad.

La ansiedad y la angustia son claras muestras del miedo injustificado, el miedo lo posee el paciente, pero la causa que lo genera no está en el presente, habrá que buscarla en el pasado y en la parte subconsciente del cerebro del paciente.

El miedo lo experimentamos todos, por ello es un sentimiento con el cual nos pueden manipular.

Como hay personas manipulables también existen los manipuladores que manipulan a otras personas para lograr sus objetivos, por ejemplo la política, la religión, el trabajo, en las relaciones de pareja, en la escuela, el terrorismo, todo ello genera unas graves consecuencias para el afectado.

 

 

 

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