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Los manifiestos de cristianos sobre el derecho a decidir

 

            Todo depende del hecho de ser pueblo-nación; este es le arranque del derecho; sin esto, lo del derecho de las personas, es difuso; son las personas de un pueblo; si no, quiénes son esas personas. Luego hablamos de personas en un pueblo-nación. Seguir diciendo que no hay que ser nacionalista –en sentido leve o intenso- para entender esto, es errar. Si hablamos de derecho hablamos de personas de un pueblo-nación. Es el caso de Cataluña, según creo. Si sólo se trata de una medida eficaz para conocer una voluntad general sin sujeto político, no es un derecho, sino una medida política o de estrategia para salir de un problema. Veo una diferencia que pocos reconocen.

 

            Preguntar qué piensa un pueblo que vive con otros, es justo, pero es un derecho demasiado aséptico en cristiano; sin ponderar otros bienes que también nos obligan, es una DSI a la carta. La DSI es más integral en el tema y trocearla es muy pobre. Por lo menos, y como cristianos, hay que decirlo. Del hecho de que haya pueblo, y lo hay, deriva un derecho a decidir, que la DSI reconoce en solidaridad de obligaciones con los otros pueblos. La DSI es más exigente que este liberalismo primario: somos, podemos, queremos.

 

            El derecho a decidir no deriva de la DSI, sino que la DSI lo reconoce del hecho de que haya pueblo. No hay que equivocar el orden de las cosas.

 

            El hecho moral es poder votar porque se tiene derecho como pueblo, o porque estratégicamente es mejor para convivir, donde no haya pueblo, o se discuta. Pero no es un hecho moral aislado de obligaciones; en cristiano no lo es, ni se puede absolutizar y aislar; en moral cristiana, no; en moral civil, quizá sí.

 

            Consultar es algo muy normal en cualquier Estado democrático -dicen-; y añado: sí, en un Estado democrático que tenga varios pueblos en su seno como España, o la discusión sobre esto constituya un problema político, debería serlo, pero no lo es; no es lo normal; todos los Estados se resisten con uñas y dientes a consultar; como se resistirá Cataluña si un día le toca el caso en su seno; y como se resistirá Euskadi, cuando suceda. Todos los pueblos nación creen que el problema de la diversidad identitaria es de los otros, y todos consultan cuando no les queda más remedio. No seamos acríticos.

 

            Como cristianos, y con la DSI en mano, hay que consultar a los pueblos, y es un derecho de estos hacerlo; donde se discuta si hay pueblo unitario, la consulta es una estrategia política de valor moral incalculable; pero los cristianos nunca deberíamos callar que la solidaridad tiene un peso de obligación moral extraordinario. Sigo pensando que entre los cristianos se plantea el derecho a decidir como un absoluto de un pueblo – una realidad aislada en la DSI- y con un tenor más liberal que cristiano. Pienso así.

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