Decía Óscar Romero, el obispo asesinado de San Salvador: “Cuando me dedico a los pobres me llaman santo, pero si denuncio las causas de la pobreza me tachan de radical”. La diferencia entre la santidad y la radicalidad consiste en relacionar o no la riqueza de los ricos con la pobreza de los pobres. En esta Europa, tan laica y liberal, hay sitio para los santos, pero no para los radicales”. Para pensar y aclarar(nos).