ARABA
Miren Larrion ofreció el sillón al hoy regidor a sabiendas de que los jeltzales llevaban dieciséis años sin gobernar. Y al aceptar la makila, Urtaran asumió un doble riesgo. El primero, un enfrentamiento abierto con el PP, que aún clama por las consecuencias de aquel «pacto de perdedores». Y el segundo, la posibilidad – cantada en medios políticos– de que EH Bildu le dejara en la estacada a la primera para mostrarse como la verdadera alternativa.