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Oskar Belategui

Gran Cinema

Julio Medem: “Montoro odia el cine español”

 

La última película de Julio Medem (San Sebastián, 1958) es ‘El pelotari y la fallera’, un anuncio de cerveza Amstel de 20 minutos con Asier Etxeandia y Miriam Giovanelli como cocinero vasco amante del txuleton y chef valenciana prendada de los experimentos en la mesa. Una excusa para charlar con el realizador, que en septiembre volverá al cine a lo grande con un ambicioso largometraje que rodará en parte en Euskadi.

– Se apunta al carro de los tópicos regionales.

– En un principio me encargaron un documental sobre una ruta gastronómica, y yo sugerí que podíamos hacer una ficción con personajes. Un cocinero vasco, una cocinera valenciana y su incompatibilidad gastronómica. Me dejaron libre y fui más alla: él de pequeño fue pelotari y ella, una fallera.

– ¿Le gustó ‘8 apellidos vascos’? Hubo quien se molestó por hacer humor con ciertos temas.

– Me resultó muy graciosa, te da lo que esperas, una comedia llena de tópicos. El cine se puede hacer desde muchos sitios distintos. Yo sé que hay personas a las que no les gustan mis películas. Incluso intuyo por qué. Yo es lo que sé hacer.

– ¿Ejerce de vasco?

– ¿Como el pelotari de este anuncio? Ya me gustaría. Tengo una fijación por los pelotaris desde pequeño. De hecho, preparo una serie, ‘Jai Alai’, sobre los pelotaris que fueron a Miami. Yo soy vasco por parte de madre y allí me formé como cineasta. Mis primeras películas hablan de Euskadi. Mi padre era hijo de un alemán y una valenciana, mi apellido es alemán. Tengo una mezcla, pero el País Vasco es el sitio al que he querido pertenecer, a veces más de lo que me correspondía.

– No es la primera vez que hace publicidad, una actividad muy lucrativa. Después de quedarse temblando tras el fiasco económico de ‘Caótica Ana’, proyectos así son bien recibidos.

– Yo hago publicidad por el dinero, está claro. El cine lo hago por necesidad y por placer. He aprendido mucho de la síntesis publicitaria. Vender un producto explícitamente ya ha cansado. Ahora es más ‘no te quiero vender nada y te cuento una historia con personajes que se toman una cerveza’. Y te caen bien.

– ¿Qué relación guarda con la gastronomía? ¿No cree que nos hemos vuelto locos con los cocineros?

– Yo me vine a Madrid hace veinte años. Y ya entonces me daba cuenta de la importancia que venían adquiriendo. A mí me parece bien, porque la gastronomía es una forma de cultura. Ahora es algo televisivo, los hijos pequeños de mis amigos cocinan. Y eso es sanísimo. En casa el que cocina soy yo, hago siempre las cenas. Suelo preparar mucho menú vasco.

– ¿Cuándo va a rodar su nueva película?

– En septiembre. Se titula ‘El árbol de la sangre’ y es una historia coral con quince personajes que rodaré en el País Vasco, Cataluña, Valencia, Alicante, Madrid y Sevilla. Un ‘thriller’ potente y oscuro, cuya estructura recuerda a ‘Los amantes del Círculo Polar’. Los protagonistas son Úrsula Corberó y Álvaro Cervantes. También están Alberto Ammann, Daniel Grao, Marta Etura y Najwa Nimri.

– Regresa a Euskadi a rodar. ¿La historia tiene algo que ver con el ‘conflicto vasco’?

– No es una película política, aunque tiene algo simbólico. Es la historia de unas familias, pero no toco el tema de la violencia. La historia se cuenta desde el caserío de una escritora, el personaje de Marta Etura. Va a ser una película con gancho comercial, porque ‘Ma ma’ en España fue muy floja. Y se vendió en todo el mundo. Fuera quieren muchísimo a Penélope Cruz.

– ¿Y aquí no?

– Ya sabes, en este país… No se alegran de que alguien triunfe fuera. Yo me dediqué el año pasado a acompañar la película por todo el mundo. Fuera notas que la gente se sienta a ver tu película con ganas de que le guste, y aquí no te lo ponen tan a favor.

 

– Estuvo viviendo tres años y medio en Los Ángeles.Huyó de España porque estaba muy quemado.

– ‘Habitación en Roma’ tuvo dos millones de descargas piratas. Hoy ha cambiado bastante la cosa porque hay plataformas que te permiten ver películas pagando. Justo entonces hice una campaña de publicidad, ‘I need Spain’. Me pagaron muy bien y me dije: ‘me voy’. Me fui por un año y me quedé tres y medio.

– ¿Y qué país se encontró al volver?

– Aún estaba la crisis. La corrupción vista desde fuera todavía es peor, aquí te acostumbras más a tanta porquería. Me daba mucha tristeza. Y vergüenza. Yo me vine porque me llamó Penélope. Y me quedé. Me gusta vivir y trabajar aquí. Llevo veinte años en Madrid y cada vez tengo más ganas de ir volviendo a Donosti. Pero está muy caro. Y en verano está petado, es como un parque temático gastronómico.

– ¿Y cómo lleva la conciliación con tres hijos? No solo se lo vamos a preguntar a las directoras.

– Peru tiene 28 años y es arquitecto. Alicia 24, tiene síndrome de Down y vive con su madre. Y yo estoy con mi mujer actual (la directora de arte Montse Sanz), con la que llevo veinte años, y Ana, que tiene 13 años. Trabajo mucho en casa. Allí escribo y monto las películas. Cocino y hago la compra, aunque reconozco que la mujer claramente siempre hace más en casa.

– El IVA del cine no baja.

– Es una muestra clara y descarada de desprecio. No tiene ningún sentido, como tampoco lo tiene que España no se ofrezca como lugar de rodaje de películas internacionales. Tenemos tantos paisajes, horas de sol y equipos técnicos estupendos… Montoro se niega a algo que sería muy bueno para la propia Hacienda. Odia el cine español, es muy evidente, le gusta ponérnoslo difícil. Es la venganza por el ‘no a la guerra’ de 2003.

– Una frivolidad. Usted tiene 58 años y está igual que a los 30. ¿Cuál es su secreto?

– Últimamente empiezo a pensar que algo pasa, ja, ja. No me cuido mucho. Hay una parte de genes, mi padre era muy atlético, y tengo un pelo muy bueno. Aunque el otro día me vi en unas imágenes recibiendo el Goya por ‘Vacas’ y pensé, ‘mira qué cara de crío’.

 

Entrevista publicada en el diario EL CORREO el 6 de abril de 2017.

Por Oskar Belategui

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