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Oskar Belategui

Gran Cinema

«No puedo emocionarme con once jugadores que trabajan al mejor postor»

JUAN JOSÉ CAMPANELLA  DIRECTOR

 

El director argentino firma la película de animación de estas navidades, una fábula que lanza pullas a los cracks del deporte rey

 

 

Juan José Campanella (Buenos Aires, 1959) no es un tipo rencoroso. Por eso inauguró el pasado Festival de San Sebastián con “Futbolín”, cuando en su día “El secreto de sus ojos” se fue del Zinemaldia sin premio y acabó ganando el Oscar. Con un presupuesto de 20 millones de euros -una minucia comparada con los 200 millones que puede costar un filme de Pixar-, Campanella se pasa al cine de dibujos animados con una fábula no tan ajena al resto de su filmografía, poblada de perdedores y comunidades que luchan contra la adversidad. El héroe de “Metegol” -su título en Argentina- es un chaval obsesionado con jugar al futbolín; su villano, un futbolista estrella que quiere convertir su pueblo en un gigantesco parque temático. Las estrellas de la función son los jugadores del futbolín, que cobran vida y ayudan al protagonista a derrotar al malvado y a hacerse con la chica. Una imaginativa defensa de la vida y los valores del barrio animada en 3D con la pericia de un filme de Pixar, que llega a las salas este viernes dispuesta a convertirse en la película de las navidades.

– ¿Es usted futbolero?
– No. Sé que el fútbol mueve pasiones en España y en Argentina, pero no la mía. “Futbolín” no es una película sobre el fútbol, solo es el contexto. Lo que está en juego es la dignidad del protagonista y de su pueblo. No odio el fútbol, pero no me puedo enganchar emocionalmente con un equipo formado por once personas que trabajan para el mejor postor. Me emociono en un Mundial, porque ahí sí que juegan por el honor de su país, sería muy cínico no pensarlo. Esta es una película de fútbol como “Casablanca” lo es de guerra.
– La cinta contiene pullas sobre los cracks que viven en mansiones y reciben sumas multimillonarias gracias a la publicidad.
– Exacto. Algo que nace como un juego y que termina perdiendo todo el placer y convirtiéndose en un trabajo. Lo dice uno de los protagonistas: “Yo no doy diez pasos sin un esponsor”. Son guiños para el público adulto, que no impiden que los niños sigan gozando de la aventura.
– El villano tiene un aire a Cristiano Ronaldo…
– Ja, ja. Ya me lo han mencionado mucho. Creo que Ronaldo vio la película y la está imitando. Me acabo de enterar de que va a fundar un museo dedicado a su figura en su pueblo natal, como hace el villano de “Futbolín”. Nosotros lo escribimos hace cinco años.
– “Futbolín” es coherente con el resto de su filmografía: habla de perdedores.
– Sí. Me gustan los personajes que van a menos y que las circunstancias ajenas a ellos les obligan a sacar el héroe que llevan dentro. Todo el suspense de la película es si lo van a sacar o no. Eso está presente en todas mis historias.
– Y el sentido de la comunidad.
– Absolutamente. Se ha comentado que “Futbolín” es “Luna de Avellaneda” para niños, y algo de razón tienen.

 


– Reivindica el valor de la imaginación y de un juego tan sencillo como el futbolín en esta era de las videoconsolas.
– Eso es el nostalgioso que llevo adentro… Uno se pone a investigar en Google y descubre que hay campeonatos mundiales de futbolín. Las jugadas de la partida inicial de la película, con esos pases y disparos increíbles, pasándose el balón por el aire, se hacen en la vida real. Claro que no las hace un niño de nueve años, sino adultos que no tienen mucho que hacer con su vida.
– Después del largo proceso de producción no quiere ver un ordenador ni en pintura.
– Por Dios… Terminé la película y empecé una obra de teatro donde no tenía ni cobertura de celular. Nos iluminábamos con velas. La parte creativa, narrar la historia, duró un año y medio. Pero después vino otro año y medio lidiando con computadoras para hacer que el plomo parezca plomo, que los colores estén bien… Puro y enloquecedor trabajo de computación. Estás mirando una pantalla con números, quieres hacer un cambio y te dicen “vuelve dentro de tres días”…
– En una película de dibujos el director decide todo, pero al mismo tiempo no sabe cómo se hace técnicamente.
– Es una paradoja. Yo presumo de saber hacer todos los trabajos del cine; si el director de fotografía o el sonidista se ponen malos puedo sustituirlos. En un filme de animación, sin embargo, careces de conocimientos técnicos. Hay trabajos de los que no sé nada y al mismo tiempo he tomado más decisiones que en cualquier otra película de imagen real. Todo es decisión mía. Cuando ruedo con Ricardo Darín ya viene con su pelo y su nariz.
– Tiene amigos en Dreamworks que se quedaron muy sorprendidos de la calidad de la animación.
– Simon Otto, el diseñador principal de “Cómo entrenar a tu dragón”, y muchos más vinieron a visitarnos. En las películas de Pixar salen dos o tres personajes por plano. En “Futbolín” hay 22 al mismo tiempo en muchos planos. Me preguntaban cómo lo hicimos.
– ¿En Estados Unidos saben qué es un futbolín? El mercado americano será necesario para amortizar un filme tan caro.
– Claro que lo saben, los hay en muchos bares. Estamos en tratos con ellos para el estreno.
– ¿Por qué existe una doble versión doblada al castellano y al argentino?
– Se concibió así desde el inicio. Es una coproducción entre España y Argentina, la mitad de los técnicos eran españoles y veinte minutos de la cinta se animaron aquí. Siempre tuvimos la idea de las dos versiones originales. Un adulto español sabe qué significa “boludo” o “coger”. Yo sé qué quiere decir gilipollas. Pero los niños no.

 

Entrevista publicada en el Diario EL CORREO el 18 de diciembre de 2013.

 

 

Por Oskar Belategui

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