Nosotras siempre decimos que nos complicamos mucho la vida por encontrar el punto G cuando el más estupendo y maravilloso punto G es la piel, y piel tenemos desde la coronilla de la cabeza hasta la punta del dedo gordo del pie. O también recordamos que para qué buscar solo el punto G si tenemos todo un abecedario de puntos en nuestro cuerpo.
Darle placer a un hombre es relativamente “fácil”, una buena relación sexual para ellos, o para aquellos que son genitales 100% , es aquella donde se les besa un poco, se les acaricia el pene o masturba, se les chupa el pene y se les folla. Es decir, donde el pene es todo y se usa para todo. A una chica que se le hace esto… la relación cojea, ¡falta el resto del cuerpo!
Pues hoy les vamos a incluir a los chicos esa zona que podríamos decir la tenemos casi “prohibida”, sí, prohibida porque está en el interior del recto. Y ellos… su culito…”orificio de salida no de entrada, en los heteros miedos, claro, es decir, en aquellos que meten por todos lados que pueden pero que no se dejan meter nada en su virginal agujerito porque …¡eso es solo para gays! “Y mira tú que si me meten algo y me gusta… ¿no seré yo gay?”. Así piensan.
Pues bien, vamos a animarles a perder su virginidad y a que toquen y exploren su ano. Más o menos a cinco centímetros del ano se encuentra la próstata, el punto G de los chicos. Se distingue porque abulta un poco. Acariciar esa zona puede provocar el orgasmo. Muy buenos orgasmos, por cierto, según nos cuentan muchos pacientes atrevidos. Imaginar como será, cuando a hombres con eyaculación retardada (que no eyaculan o tardan muchísimo) se les estimula este punto para que logren eyacular y extraer semen para una posible fecundación.
Para los menos atrevidos también pueden estimular esta zona si presiona o se acarician el periné, la zona que va de los testículos al ano.
Animaros a experimentar con vuestro cuerpo. En el sexo todo está permitido… si uno quiere, claro.