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El córner

Ellacuría y el 'otro partido'

Hoy lunes se cumple el vigésimo aniversario del asesinato de Ignacio Ellacuría y otros cinco jesuitas en El Salvador. Muchos aprovecharán estos días para glosar su vida y milagros, que en este caso tiene menos de tópico que otras veces. Sus milagros, quizá poco espectaculares o menos ascéticos, se fraguaron en un entorno doméstico y extremadamente duro: el día a día con los más desfavorecidos del país centroamericano. Así caminó Ellacuría por la vida, con la azada en una mano, la Biblia en la otra y la Teología de la Liberación como guía.

Ignacio Ellacuría era también, como es bien sabido, un confeso seguidor del Athletic. Se le atribuye haber protagonizado una de las leyendas más veces narradas para ilustrar esa locura amable que padecemos: ser del Athletic. Cuenta esa anécdota que se encontraba en cierta ocasión con Jon Sobrino, subidos ambos en un campanario durante una fuerte refriega a tiros en esa guerra interminable que padeció El Salvador. De vez en cuando, el uno y el otro asomaban un poco la cabeza para ver si cesaba la intensidad del combate. Acabada la comprobación, Ellacuría preguntó a Sobrino cómo andaba la cosa. Dicen que éste le respondió: “Pues aún hay esperanza. Porque acaba de marcar Noriega”. La radio que guardaban acababa de contar que el Athletic se adelantaba por 1-2 en Mestalla y quedaba así a un solo partido de lograr el título de campeón.

La legendaria anécdota representa bien esa pose tan bilbaína de recurrir al humor y al Athletic en los peores momentos. Es un gesto que he visto más veces en mi vida. Un guiño orgulloso que aún se puede encontrar en los viejos del lugar, en los días duros de hospital y funerales que salpican nuestra vida.

Ése era el ‘otro partido’ -y casi siempre se escucha por la radio- del que prometí hablarles recientemente. Algunas veces pienso que hay que tener mucho valor para vestirse de rojo y blanco. Saber que hay hombres que oirán, con el corazón en un puño, la retransmisión del partido para ver si les sonsaca una sonrisa. Saber que quizá se escuche en algunas casas de Bermeo en estos días de espera interminable. O saber que Ignacio Ellacuría era del Athletic. Hay que tener valor para vestirse de corto.

Por Jesús J. Hernández

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