A estas horas, pocos minutos después de acabado el partido, el susto de Gurpegui -confíamos y queremos que se quede sólo en eso- empaña una victoria contundente del Athletic ante el Sporting. El navarro ha recibido el impacto de un golpe brutal con el meta asturiano cuando acababa de relevar a Yeste.

Ese cambio se producía poco después del que situó a Del Olmo en el lugar de Llorente. A pesar de la victoria, el cuerpo me pide decir algo de esta situación. ¿A qué esperaba Caparrós? ¿no era lógico haber cambiado a Llorente en el descanso, con la ventaja de tres goles en el bolsillo? No comprendo esta decisión del utrerano. ¿Es lógico esperar a que se desfonde tu delantero estrella en un partido así?, ¿coquetear con el riesgo de una lesión que te complique la temporada entera? Aún más cuando el campo estaba pesado y embarrado por las torrenciales lluvias: perfecto para una lesión (que se lo pregunten a Pérez Burrull). Y, habida cuenta de que cuando se dejó marchar a Aduriz, se planteó que había relevos para la delantera, ¿no era éste el partido perfecto para darles minutos?

Pero que estos dos borrones no empañen lo importante en el ámbito deportivo. La victoria del Athletic iniciada por Llorente de penalti, apuntalada por Iraola tras el saque de un córner y rematada por David López tras un buen pase de Yeste, es una de las mejores noticias posibles. Años hacía que no se veía un descanso tan plácido en San Mamés. Tres goles en media hora que fueron suficientes para desarbolar al Sporting y para que el Athletic jugara con ese aire optimista, relajado, que tanto hace falta para atarse las botas.

El resultado nos encarama al puesto decimocuarto, con la mayor distancia del descenso -tres puntos- de la temporada. Es una auténtica incógnita cómo afectará a este equipo esta inyección de moral.