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El córner

El inesperado final de Javier Clemente

Cuando dijeron que Javier Clemente venía al banquillo del Athletic, que se iniciaba la tercera etapa en el club de este controvertido entrenador, pocos habrían imaginado que este sería su fin. No me refiero a ser cesado, que es la tumba habitual de los técnicos, sino al modo en que todo se ha precipitado. Afrontaba al llegar un reto complicado con el equipo bregando por no hacer añicos su orgullo cayendo al pozo de la Segunda División. En la tarea de lograr esa difícil empresa, el de Barakaldo se fue desgastando. Se alejó del vestuario y se enredó en una inoportuna e incomprensible lucha con casi todos los medios que siguen la actualidad del Athletic. Cuando llegó la hora de renovar, afloraron todas sus dudas y Lamikiz demostró que ya no tenía depositada su confianza en ‘el rubio de Barakaldo’.

Su última guerra -para Clemente todo parece ser un blanco o negro, un conmigo o contra mí- la provocó él mismo. Criticó abiertamente los refuerzos del Athletic para el próximo año. Aseguró que el único que había pedido él era Gabilondo y que había solicitado jugadores para hacer “un equipo de alto nivel” y que no habían llegado. Cargó tintas en el caso de Javi Martínez, “un chavalito” del que aseguró que no le conocía más que por los informes. Zanjó el asunto diciendo que “los 17 años son los 17 años” y que hay casos en que siendo tan joven, sale bien, pero también los hay en que no.

Era de esperar -lo comentaba en mi último post- que las críticas del entrenador cayeran como un jarro de agua fría en Ibaigane. Lamikiz, que acababa de pagar seis millones de euros por Javi Martínez, se mostró muy dolido. Yo pensé, sinceramente, que este último derrape de Clemente, se quedaría ahí. Que se intentaría con mayor o menor tino reconducir las aguas a su cauce. No ha sido así. Lamikiz ha vuelto de Alemania (donde tenía previsto permanecer hasta el lunes) y ha convocado una junta extraordinaria de urgencia en la que la directiva ha decidido cesar a Javier Clemente. Él ya se lo esperaba. Me cuentan que, a media tarde, antes de que se reuniera la junta, el técnico abandonó la concentración del equipo en Benasque y puso rumbo a Bilbao.

La primera sensación que tengo con todo esto es de sorpresa. Porque las declaraciones de Javier Clemente fueron del todo desafortunadas, especialmente porque mermaban la confianza de los nuevos rojiblancos, enrarecían el ambiente en el vestuario y también porque eran un brindis al sol ya que no había marcha atrás. Pero, por otro lado, tengo la sensación de que a Clemente le echan por ser Clemente. Ya que, cuando Lamikiz decidió, hace poco más de un mes, que mantenía su ‘palabra de vasco’ y apostó por el baracaldés, si algo debía tener claro es que esto podía suceder. Sabía que el técnico seguiría con su línea habitual de declaraciones y supongo que el presidente valoró los ‘pros’ y los ‘contras’, y se vio dispuesto a aguantar la presión. Pero no debe ser así. Le cesa en el primer traspié dialéctico de la nueva temporada como quien devuelve un perro recién comprado porque ladra. Porque, si de algo no se le puede acusar a Clemente, es de haber cambiado mucho. Por eso, en Bilbao se respira a estas horas cierta sorpresa. Porque nos imaginábamos otro final.

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Por Jesús J. Hernández

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