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Íñigo Domínguez

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Erri De Luca y el verbo sabotear

El pasado 28 de enero se abrió en Turín un juicio inédito que ha desatado un debate en Italia. Se sentaba en el banquillo el popular escritor y poeta Erri De Luca, de 65 años, con una larga trayectoria de desobediencia civil y militancia en la izquierda. Está acusado de instigación al delito por sus palabras en un entrevista contra el trazado de un tren de alta velocidad en Val de Susa, un valle de los Alpes. Se arriesga a una pena de uno a cinco años de cárcel. Es una polémica obra, que ha registrado enfrentamientos con la Policía, con una gran oposición vecinal y ecologista. De Luca dijo esto: “Es una obra nociva e inútil, han fracasado las negociaciones con el Gobierno, las mediaciones: el sabotaje es la única alternativa (…), es justo sabotear esta obra”. Él ha hecho su arenga defensiva con un panfleto sobre la libertad de expresión, un librito titulado ‘La palabra contraria’ que en Italia ha vendido ya 100.000 copias. Ahora se publica en España en Seix Barral.

“Soy el primer escritor italiano incriminado por lo que ha dicho, por instigación, y espero ser el último, aunque en el pasado hubo otros juzgados por obscenidad, por ir contra el sentido del pudor de la época”, dijo ayer en una charla con periodistas españoles. Su caso entra de lleno en el debate sobre los límites de la libertad de expresión planteado tras el atentado de París al ‘Charlie Hebdo’. De Luca defiende su derecho, como ciudadano y escritor, a usar la palabra “sabotear”: “He trabajado en fábricas y he hecho huelgas para obtener algo, evitar despidos, saboteábamos la producción. Tengo una idea bella, justa, del verbo sabotear”. Afirma que la libertad de expresión en Italia “se detiene solo en la difamación y la calumnia”.

El contexto es profundo. De Luca fue un destacado militante de Lotta Continua, un movimiento de extrema izquierda de los setenta. Tras la muerte del anarquista Giuseppe Pinelli al caer de la ventana de una comisaría de Milán, el diario del partido se distinguió en la campaña de acoso contra el comisario Luigi Calabresi, a quien acusaban de su muerte. Al final Calabresi fue asesinado, en mayo de 1972. El prestigioso magistrado Gian Carlo Caselli, que combatió las Brigadas Rojas y la Mafia, ha acusado a De Luca de jugar con fuego y desempeñar el papel de “mal maestro”, una expresión en boga en aquella época, por los posibles efectos que sus palabras pueden tener en una deriva violenta. Para De Luca se trata de “un paralelismo abusivo”. “Cuando Lotta Continua acusaba a Calabresi recibió un montón de denuncias y lo que pasó luego es que fue considerada, judicialmente, no instigadora sino directamente ejecutora y autora del crimen. Sobre esto no hay nada que decir, acabó así”. En ese sentido asegura que su pasado “no tiene nada que ver”: “He sido militante revolucionario, pero nunca he sido incriminado por nada. Sí, luego he permanecido fiel, leal, a aquellos ideales, por mi educación política, sentimental”.

En el contexto español el debate trae a la memoria los casos de grandes obras públicas a las que ETA se opuso en el País Vasco, con trágicas consecuencias: central nuclear de Lemoiz -cuatro muertos-, autovía de Leizarán -cinco muertos- y, un caso igual, el trazado de alta velocidad de la Y vasca, con un asesinato en 2008. Preguntado al respecto, sobre el riesgo de llamar al sabotaje y que luego haya que lamentar víctimas, De Luca replica que en este momento no hay una organización terrorista activa en Italia y él se refiere “a la movilización civil de ese valle”. “Es una protesta popular que incluye niños, ancianos, alcaldes, guardias municipales… Esa lucha, que ya dura veinte años, ha conseguido retrasar la obra”.

A la pregunta de si no es más aconsejable añadir un matiz, y llamar al sabotaje “pacífico”, excluir la violencia, responde: “Llamo a retrasarla, impedirla, obstaculizarla, esto es lo que se lee en el diccionario. En vuestro caso, con ETA, el sabotaje fue letal, pero en Val di Susa ha habido solo actos insignificantes, como cortar una verja, para mí eso no es sabotear”. Precisamente ha sido la empresa constructora francesa LTF la que le ha denunciado y el escritor opina que “ningún fiscal francés habría llevado adelante la denuncia, sería inconcebible, como en cualquier país europeo”. Cree que el resultado del juicio dependerá mucho de la atención que le dedique la prensa extranjera. En cuanto al trazado está seguro de que al final no se hará: “Pero es que les da igual. En Italia hay cientos de obras públicas sin terminar. Simplemente es dinero público distribuido a empresas privadas conectadas a los partidos, no hay más”.

(Publicado en El Correo)

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