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Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

En Grecia: Atenas empieza por su cuenta un New Deal europeo

Alexis Tsipras presidió ayer su primer consejo de ministros y con un discurso apasionado que remachó la linea contra la austeridad dio la salida al nuevo Gobierno griego de izquierda, que en unas horas empezó a ser una máquina de anunciar medidas. Ningún ministro tuvo miedo de mojarse al confirmar el inmediato cumplimiento de las promesas más famosas: subida del salario mínimo; freno a la privatización de los puertos de El Pireo y Salónica, de la compañía eléctrica y de los aeropuertos regionales -que iban a ser para una empresa alemana-; readmisión de funcionarios despedidos; reapertura de la televisión y radio públicas; retorno de la sanidad gratuita para todos… Exactamente lo contrario al guion impuesto estos años por la Troika -Comisión europea, Banco Central Europeo (BCE) y Fondo Monetario Internacional (FMI)-, vigilantes del rescate de 240.000 millones recibido por Grecia.

“Ni un griego sin ayuda, sin comida, sin electricidad”, proclamó Tsipras, que definió su equipo como “de salvación nacional”. El popular ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, anunció con todas las letras un “‘New Deal’ paneuropeo”, en referencia a la gran operación de inversión pública y ayuda a los pobres con que EE UU superó la Gran Depresión en los años treinta. Pero a expensas de lo que piense el resto de Europa y antes de que arranque la negociación con Atenas, Grecia ya ha empezado por su cuenta. Bastó una mañana para ver que esto va en serio y la Bolsa de Atenas cayó un 9,2%. Los bancos griegos han perdido el 40% de su valor en las tres sesiones que han seguido a las elecciones y ayer las empresas que ya no van a ser privatizadas sufrieron fuertes reveses.

Con tanta atención a lo económico, ha pasado inadvertido un ágil movimiento de Tsipras que revela su sentido táctico y cómo se dispone a jugar con todas las cartas a su disposición. Se trata de Rusia. El martes la UE emitió una declaración de condena a Moscú por la guerra de Ucrania, con la amenaza de sanciones. Pues bien, esa misma tarde Tsipras llamó a la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, para protestar porque el Gobierno griego no había sido consultado y difundió también una nota oficial de desacuerdo. Luego se supo que una de sus primeras entrevistas, el mismo lunes de su nombramiento, fue con el embajador ruso. Mañana se reúnen los ministros de Exteriores de la UE para aprobar sanciones pero cabe la posibilidad de que Grecia ejerza su veto y bloquee la politica comunitaria en ese frente decisivo.

Es lo mismo que hacía Andreas Papandreu en los ochenta para obtener contarpartidas. Tsipras empieza a moverse a lo grande sin complejos. Grecia siempre ha tenido estrechos lazos con Serbia y Rusia, por la religión ortodoxa y el alfabeto. Atenas controla el Egeo, la única salida al sur de la flota rusa, y Moscú es un buen aliado contra el rival turco, además de que le envía la mayor parte del gas, el petróleo y el armamento. La banca rusa, por ejemplo, acudió al rescate de Chipre en 2013. El mensaje de fondo es que, en caso de ruptura con la UE y verse maltratada, Grecia podría volverse hacia el lado ruso.

Lo curioso de ayer es que este despliegue de desobediencia griega se producía mientras las declaraciones oficiales destilaban cordialidad y total disposición al diálogo con la UE. La idea es que el nuevo Ejecutivo de izquierda de Atenas hará a partir de ahora lo que le parezca, sin órdenes de nadie, una recuperación de soberanía que los griegos sentían arrebatada. Dignidad es una de las palabras que más repite Tsipras. A partir de ahí, esperan entenderse con la UE.

“No queremos un choque frontal con nuestros acreedores y haremos propuestas realistas, pero esta catástrofe social no puede seguir. No nos interesa llevar a Grecia y Europa a la autodestrucción, pero nos sentaremos a negociar con la cabeza alta y sin sumisión”, advirtió el nuevo primer ministro, en clara alusión a la postura del anterior Gobierno griego. “Nuestro único punto de referencia será el pueblo”, aseguró. El programa empezará a ser realidad cuando obtenga la confianza del Parlamento, el próximo 9 de febrero.

La sustancia de estas propuestas griegas que, al parecer, la UE no podrá rechazar sigue siendo un misterio. “Tenemos un plan para hacer reformas sin subir el déficit, sin obligaciones asfixiantes, una solución viable, justa y que beneficie a todos”, dijo Tsipras. “No habrá ningún duelo, ni habrá amenazas”, le secundó Varoufakis en tono conciliador. Dijo que ya ha conversado con colegas europeos y es necesario cambiar de registro y no hablar en clave de enfrentamiento. “Se está creando una nueva relación de confianza y sinceridad con Europa”, afirmó. En este sentido, fueron ayer sorprendentes las declaraciones del comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici: “La Comisión y la UE están dispuestas a relaciones menos intrusivas que en el pasado, a formas de cooperación más flexibles”. “Estamos en una lógica de búsqueda de compromiso, no de confrontación”, resumió.

Varoufakis contó que ha adelantado sus planes por teléfono al presidente del Eurogrupo, Jeroen Djisselbloem, y le dejó más tranquilo: dijo estar “de acuerdo en muchos puntos” y seguro de que “alcanzaremos una solución”. Llega mañana a Atenas para reunirse con él y con Tsipras, y será el momento de escucharlo de su boca, mientras hoy mismo aterriza el presidente del Parlamento europeo, Martin Schulz. Estos primeros contactos culminarán en la primera cumbre de jefes de Gobierno de la UE a la que acudirá Tsipras, el próximo 12 de febrero. El presidente francés, Francois Hollande, le invitó ayer a que pase antes por París.

 

Sin mujeres y sin complejos
En España ha causado cierta perplejidad, real o fingida, la ausencia de mujeres en el nuevo Gobierno griego, siendo tan de izquierdas y tan revolucionario. Pero esa sorpresa en el extranjero causa sorpresa entre los griegos, incluso entre votantes de Syriza,. Hay que explicarles que, bueno, en otros países se mira mucho eso. La igualdad femenina no ha entrado aún en el guion social. “No es que haya exclusión de la mujer ¡es que ni se lo plantean!”, se ríe una conocida empresaria. No obstante apunta que la relación de las griegas con la política es extraña, como si fuera una cosa de hombres, mientras por el contrario Grecia es el primer país de la OCDE en número de empresarias.

“Grecia es muy machista, estamos en los Balcanes”, opina Aquiles Hekimoglou, analista del diario ‘To Vima’. Es una sociedad muy tradicional, donde la Iglesia ortodoxa tiene una enorme presencia en la vida pública, como se vio el martes con los popes presentes en el juramento del cargo de algunos ministros. Los otros lo hicieron por lo civil, com Tsipras, y eso sí ha sido una revolución.

Lo cierto es que la cuestión femenina ni se mencionaba ayer en la prensa griega. En anteriores Ejecutivos había una o dos mujeres, pero al ser este tan reducido se da por hecho que no cabían. Tampoco en los partidos hay mujeres con poder interno, salvo Dora Bakayami, en el conservador Nueva Democracia (ND), pero ahí entra otro factor clave en la política griega: es de una gran dinastía, hija del exprimer ministro Mitsotakis. Ni siquiera hay mujeres en primera fila de To Potami, el nuevo partido liberal de aire juvenil y que pide un cambio generacional.

“Los partidos son un reflejo de la sociedad. La actriz Melina Merkouri, ministra de Cultura en 1981 durante casi una década, es un caso aparte, era una fuerza de la naturaleza”, dice Hekimoglou. “Existe el debate, sí, pero a un nivel secundario, y más en este momento de emergencia”, apunta. Stavros Gallis, un estudiante votante de Syriza interpelado en la calle, admite que no se lo había planteado: “Me imagino que habrán puesto a las personas más preparadas para el puesto, o quizá no hay en la izquierda mujeres de peso para esos cargos”.

Más allá de los ministros, entre los viceministros, con responsabilidad en la política griega y que se sientan en el consejo, hay cuatro mujeres. En la cartera de Macedonia y Tracia, en Turismo, en Protección Social y, la más importante, en un alto cargo de Finanzas. Es la ‘pasionaria’ de Syriza, Nadia Valavani, heroína de la revuelta estudiantil del Politécnico de Atenas contra la dictadura en 1973. Pero la mujer en un cargo más visible, tercera autoridad del Estado, será Zoi Konstantopoulou, de 38 años, abogada experta en derecho internacional… e hija del expresidente de Synaspismos, el partido del que nació Syriza.

Preguntada al respecto, Alexia, una joven camarera de un restaurante del barrio de Plaka, se despacha con esta perla: “¡La mayoría de los hombres en el Parlamento parecen mujeres, así que no hace falta que las haya, por eso no hay!”. Los comensales, a su alrededor, se ríen con ganas. Pero ella, cabreada como todos con los políticos griegos, suelta otra aún mejor: “¡Un hombre que no cumple sus promesas se convierte en una mujer! ¡Cuando hace eso, que deje de llevar pantalones y se ponga faldas!”.

(Publicado en El Correo)

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