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Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

Locuras de Dalí en Italia

Han inaugurado en el Vittoriano de Roma una exposición de Dalí que está bastante bien. Con las exposiciones de Dalí uno nunca sabe, porque las hay por todas partes y meten de todo, pero esta se la han currado explorando un aspecto poco conocido, su relación con Italia. Tanto por la influencia en su obra de los maestros italianos como, a nivel privado y mundano, por sus frecuentes visitas a Italia, que han dejado un rastro de fotos, trastadas, objetos, dibujos y un poco de todo. En la imagen de aquí al lado le vemos con un ‘barbiere’ romano que le ajusta los bigotes.

  Por ejemplo, en la ‘Madonna de Port Lligat’, presentada en audiencia privada a Pío XII en 1949, se ve una fusión de Rafael y Piero della Francesca, así como abundan las esculturas clásicas, los homenajes a Miguel Ángel o los elefantes con obeliscos de Bernini. La muestra se abre significativamente con el ‘Autorretrato con el cuello de Rafael’, obra de juventud de 1920 que refleja la devoción de Dalí por el pintor italiano. En sus memorias escribió que se había dejado el pelo largo y se miraba en el espejo con la misma melancolía del autor de Urbino. Dalí se creía una reencarnación de Rafael y también fantaseaba con “ganar una beca para pasar cuatro años en Roma y al volver ser un genio”.

 Dalí fue a Italia por primera vez en 1935, invitado por el escritor Edward James, con quien ideó el famoso sillón con los labios de Mae West, presente en la exposición. También iba a ir Lorca, que estaba en Cadaqués, pero al final, tras pensárselo mucho, regresó a Granada porque su padre estaba enfermo. Dalí siempre estuvo convencido de que si se hubiera ido con él a Italia no habría sido asesinado. El pintor, con Gala, pasó por Turín, Mantua, Roma y Ravello.

  No volvió hasta 1948, tras la guerra, y pasó varias semanas en Vicenza, impresionado por la arquitectura de Palladio y visitó Venecia. Luego fue a Roma a colaborar en el montaje de una obra de Shakespeare para Visconti, con Vittorio Gassman, que además  fue la primera aparición en escena de un jovenzuelo llamado Marcello Mastroianni.

  También fue sonada la visita de Dalí al jardín de piedra de Bomarzo, donde se fotografió en las fauces de los monstruos y movilizó a todo el pueblo para que le encontraran un gato blanco. En 1951 nos lo encontramos en una fiesta de disfraces, diseñados por él, en Venecia codéandose con Orson Welles y todos los famosos del momento.  También la rueda de prensa que hizo en Roma en 1954 quedó para la historia: dos frailes encapuchados llevaron a hombros por la ciudad un gran cubo de papel con letras del que salió por sorpresa el artista ante los periodistas, a quienes se dirigió en riguroso latín.

Aquí vemos la cinta del Istituto Luce de la visita de Salvador Dali (el locutor lo pronuncia así, sin acento en la “i”) al parque de Bomarzo. Fue un show en toda regla y el artista se llevó una tropa de cámaras y fotógrafos. Ya dominaba, mucho antes de Warhol, el espectáculo, el marketing y la construcción del personaje mediático. Fíjense que en el vídeo dice que se encuentra por azar un gato, cuando en realidad, como hemos dicho antes, movieron a todo el pueblo para buscarlo, porque lo quería blanco.

 

  Tampoco estuvo mal el número que montó en 1959 en el zoo de Roma, en su fase de pasión por el rinoceronte: en una perfomance entra en la jaula del animal para pintar a medias un cuadro. Y luego se fue todo formal a una audiencia con Juan XXIII, aunque le propuso levantar una catedral en el desierto, literal y como suena, en Texas.

   En 1961 se presentó a la inaguración de la Mostra de cine de Venecia armado con una pistola. Y a dos chavales que fueron en moto de Madrid a Roma en 1962 y pasaron a saludarle por Cadaqués les firmó y decoró su Vespa, disparando su valor. Está expuesta, procedente del museo Piaggio de Pontedera.

  La muestra desvela las entrevistas de Dalí con Fellini en 1964 para el proyecto de una película sobre su vida, con las pruebas del actor que le interpretaría. Supongo que Fellini tenía mil planes de este tipo que hacía y deshacía en una tarde, y su interés real no pasó de hacer el paripé en unas sesiones de fotos con el genio. Es que Gala se había empeñado y le llevó al actor, de bastante mejor planta que Dalí, para que le echara un vistazo. Fellini, de todos modos, habla de Dalí en su famoso ‘Libro de los sueños’, presente en la exposición.

  Esto me recuerda una frase buenísima que le soltó Fellini a Ira Furstenberg cuando le dijo que quería hacer cine: “Abbiamo già un sacco di problemi” (Ya tenemos un montón de problemas). Cada vez que lo cuento me río. Es aplicable a otras profesiones, entre ellas la mía.

  Dalí también anduvo enredando con Anna Magnani para dirigirla él mismo en un filme titulado ‘La carretilla de carne’, que se quedó en nada. Además colaboró con varias empresas en diseño y publicidad, como unas botellas de aperitivo de ‘Rosso Antico’ o un perfume de Elsa Schiaparelli y se interesó por unas ruedas Pirelli. La palma se la lleva un objeto “rigurosamente inútil” diseñado para el industrial Alberto Alessi, que encima fabricaba mobiliario doméstico. Una combinación delirante, pero no sé en qué estaba pensando este señor cuando le hizo el encargo. Dalí ideó una especie de plancha de acero con pinzas y anzuelos. Nunca fue realizado “por su alto coste, peligrosidad y el desinterés del mercado”. Todo muy surrealista.

  En fin, les cuento esto de la exposición, que ya había escrito en el periódico, sobre todo porque quería poner aquí una peliculita que descubrí en la muestra. Es lo bueno de ser un ignorante, siempre se aprenden cosas. Se trata de un proyecto de Dalí y Disney, que eran amiguetes, llamado ‘Destino’. Nunca vio la luz, pero a través de los bocetos del pintor en 2003 lograron hacerla. Dura unos siete minutos y es muy curiosa:


 
Naturalmente, en la muestra también se puede ver la famosa secuencia onírica de ‘Spellbound’ (‘Recuerda’, o en italiano, ‘Io ti salveró’), que Dalí diseñó para el maestro Alfred Hitchcock, con la que me despido y les deseo felices sueños, o por lo menos que se les aparezca Ingrid Bergman. O Gregory Peck, según sus gustos.

 

 

 

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