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Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

La dura construcción nacional (5)

Teníamos olvidada esta sección, porque estamos hablando siempre del anciano putero pero la cúpula del poder en Italia también está ocupada por otro carcamal fantasmón. Me refiero a su socio Umberto Bossi (70 años) y a la Liga Norte, el partido que nació como estandarte de la antipolítica, alérgico a las corruptelas del Parlamento romano, defensor del ente nibelungo de la Padania y donde se creen tan auténticos, pero que llevan una década tragando como un campeón con todos los desmanes de Berlusconi. Eso deja secuelas y ahora andan pegándose entre ellos. También intuyen que se derrumba el invento. Están muy perdidos y sólo se les ocurre amenazar con que se van del Gobierno desde hace más de un año, pero luego nada. 

Lo de Bossi es muy triste. En Italia no se habla mucho de ello por respeto a sus problemas de salud. Desde que le dio un pampurrio muy serio en 2004 que le dejó medio paralizado ha ido degenerando. Su expresividad se limita, mayormente, a mostrar el dedo medio o hacer pedorretas. Es lo que responde cuando le preguntan por la reforma de las pensiones o por algún adversario político. Cuando habla es generalmente incomprensible y sus discursos son pura inconexión gramatical e ideológica. Pero insiste en inmolarse en el cargo porque se cree algo así como el Rey Arturo de la Padania, aunque en estilo Benny Hill. Su partido es, como el de Berlusconi, de tipo fascistoide-carismático y la veneración con que le tratan los suyos cada vez que habla es como si fuera Yoda, el caballero jedi con forma de sapo de la guerra de las galaxias. Aunque sólo dice tonterías. Como ya no sabe qué decir y se le van los votantes, por toda solución a la crisis económica propone nada menos que la secesión de la Padania. Antes había impuesto trasladar algunos ministerios a Monza, como si fueran tresillos, para poder camelar a sus acólitos y vendieron por todo lo alto unos despachitos clandestinos que Berlusconi les dejó abrir para tenerlos tranquilos en los bajos de Villa Reale. Con eso y un Giro ciclista de la Padania que ha sido como la carrera de los autos locos ya estaban todos como la seda.

Con todo, las sucursales de los ministerios improvisadas en Monza -Tesoro, Simplificación, Reformas y Turismo- abrieron el día 1 de septiembre y allí no había nadie. Entre mesas, poltronas y ordenadores recién desembalados, sólo se veían unos retratos de Bossi en la pared y estatuillas de Alberto da Giussano, héroe mítico padano con el escudo y la espada. Aunque son ministerios de todos los italianos y la Liga, en su mejor momento, las últimas regionales de 2010, obtuvo un 12% de los votos (en Véneto, su feudo, el 35% y en Lombardía, el 26%). Pero desde luego, a efectos de subordinación fantozziana, para los piamonteses fue más fuerte ver hace un año a su nuevo presidente regional, Roberto Cota, sostener el cenicero al supremo guía:

 

Al margen de que está prohibido fumar en locales públicos y eso era la prefectura de Vicenza… Por cierto, detrás se ve al hijo de Bossi, Renzo, del que hablaremos luego. Quédense con su cara. Bueno, mejor no, no malgasten neuronas.

 La Liga es otra magnífica empanada al estilo de Forza Italia, todo celofán, confusión conceptual y jolgorio, aunque virado a lo vikingo. Bossi hasta tiene en común con Berlusconi una juventud de cantante mediocre,con el nombre artístico de Donato e incluso grabó un disco. Aunque en un concurso al que se presentó fue eliminado porque era demasiado triste. Como ahora. En su ocaso, parece que también quiere unir su destino al de Berlusconi y hundirse juntos. Será un espectáculo interesante.

Pero casi más divertido que el gran líder, ya en horas bajas y que apena con sus estertores, son los elementos de los bajos fondos del partido. Maurilio Canton, el nuevo secretario del partido en Varese, que para los de la Liga viene a ser como Bilbao, el centro del mundo, se ha definido hoy como «uno de los millones de personas con las armas preparadas para luchar por la Padania». «Por Bossi estoy dispuesto a hacer cualquier cosa», remató. Hombre, es normal, porque Bossi lo ha impuesto a dedo por sus santos huevos contra el parecer de la base y anteayer se armó muy gorda en el congreso local. Estaba prohibida la entrada a la prensa, otro síntoma de salud democrática, pero no hacía falta entrar: los pitos a Bossi se oyeron desde fuera.

Pero para rastrear incontrolables pulsiones fachorras hay que seguir al eurodiputado Mario Borghezio. Nunca defrauda. Al día siguiente de la espantosa masacre de Noruega, en la isla de Utoya, dijo lo siguiente sobre la filosofía del asesino loco:

«Son ideas que comparto, la oposición al Islam, la acusación a Europa de haberse rendido sin combatir. (…) Concuerdan al cien por cien con posiciones de movimientos que ganan el 20% de los votos en Europa, cien millones de personas piensan así. (…) Algunas de sus ideas son buenas, óptimas. (…) Sostener la necesidad de una fuerte respuesta cristiana, incluso en forma de cruzada contra esta deriva islamista, terrorista y fundamentalista de la religión islámica, este intento de conquista de Europa, es algo sacrosanto (…) Es por culpa de los inmigrantes si estas ideas después han desembocado en la violencia (…) He intervenido porque he tenido la impresión de que esta masacre ha servido para algo. No creo que el desequilibrado haya actuado con esta finalidad, pero preguntémonos: ¿cómo es posible que uno tan conocido a la autoridad pueda moverse así? Si sumamos dos más dos y vemos que esta masacre es utilizada para condenar posiciones como la de Oriana Fallaci yo no estoy de acuerdo».

Son cosas que Borghezio suele decir normalmente. También, por ejemplo, la Liga intentó liberalizar la venta de armas aprovechando la modorra estival, pero el artículo que escondieron en el decreto de misiones militares en el extranjero fue descubierto y neutralizado. Sin embargo lo de Noruega  causó cierta impresión en todo el mundo y al final en la Liga se vieron obligados a tomar medidas drásticas con Borghezio: tres meses de expulsión. Fue el 29 de julio, así que hasta el 29 octubre todavía podemos disfrutar de momentos de tranquilidad, que luego vuelve.

No obstante, el protagonismo de la Liga es acaparado cada vez más, aunque por razones diversas, por el hijo del iluminado líder, que le ha salido un poco opaco, más bien espeso, tarugote. Es Renzo Bossi, alias ‘el Trucha’, ‘il Trota’. El mote se lo puso su propio padre pero que muy bien puesto cuando le preguntaron si era su delfín: «No, como mucho, una trucha». Y hasta hoy. Vean este descacharrante vídeo en el que nos explica al resto de los mortales la importancia de Internet. Les desafío a ver más de un minuto sin reírse. Luego si quieren lo dejan, porque se hace interminable:

 

No obstante sus evidentes capacidades -ha suspendido tres veces selectividad- había que enchufarlo como fuera en las listas electorales regionales de Lombardía para que se agarrara a un sillón. Había competencia, porque por ejemplo Berlusconi también enchufó a su higienista dental y organizadora de fiestorros con tías, Nicole Minetti, luego imputada en el caso Ruby. Es así como al final tenemos a estos dos mastuerzos, por diferentes méritos, en el Gobierno lombardo cobrando 12.000 euros al mes. Luego se extrañan de que Berlusconi haya perdido las municipales en Milán. Volviendo al ‘Trucha’, se encargó de su incrustación institucional su tutora política, una tal Monica Rizzi, asesora para el deporte en Lombardía y conocida por haber falsificado su licenciatura en psicología, cuando en realidad sólo había hecho unos cursos de homeopatía en un centro vecinal. Se le ocurrió que el modo más fácil de abrir paso al ‘Trucha’ era el más socorrido: encargar unos dossieres envenenados de otros rivales internos del partido, para que nadie le hiciera sombra. ¿A quién encomendar tan delicada tarea? ¿A una agencia de detectives, a ex-policías con contactos en los bajos fondos, a fontaneros de alguna firma de relaciones públicas? No, no, qué mejor que a una maga pitonisa, una tal Adriana Sossi, autora del libro ‘Mi vida con los espíritus’. Bueno, les salió como les salió. La mayoría de los dossieres estaban centrados en asuntos de cuernos. Ah, Sossi también estaba contratada en el Gobierno regional de Lombardía en el departamento de prensa.

Estos de la Liga se creen suizos, celtas, autrohúngaros o descendientes de Thor, nunca he conseguido entenderlo, pero son tan italianos como los demás. Lo peor es que con sus patochadas crean una imagen antipática y llena de prejuicios de los italianos del norte, que son igual de majos que los demás. Pietro Germi, tras sus descacharrantes filmes a la siciliana, retrató como nadie el desmadre de Treviso, bastión de la Liga, y ya salía esto de los dossieres de cuernos. Es la obra maestra, ya citada otras veces, de ‘Signore e signori’ (1965).


 

Inolvidables Gastone Moschin y Virna Lisi, que nunca estuvo tan guapa como con esa peluca negra.

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