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Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

Italia vuelve a Eurovisión

El otro día andábamos diciendo que deberíamos hablar más de música italiana. Por casualidad, una noticia bomba saca el tema: Italia vuelve a Eurovisión, aunque no sé si alguien se había dado cuenta de que no estaba y aunque a los italianos les dé exactamente igual. Lo escribí para el periódico el otro día, así que a lo mejor alguien lo ha leído ya, esos benditos lectores tradicionales fieles al papel. Pero lo pongo aquí un poco ampliado para los demás. La cosa tiene más miga de la que parece.

En Italia el festival de Eurovisión, en el que no participa desde 1997, es completamente desconocido. Se puede envidiar el vivir en la ignorancia de tal evento, pero antes se debe considerar que ellos cargan con el festival de Sanremo, que no es lo que era. De hecho Eurovisión nació en 1956 copiando la idea del certamen italiano y en Italia siempre quedó la idea de que el importante era el suyo. Solían enviar al ganador de Sanremo y su primer representante fue nada menos que Domenico Modugno y ‘Nel blu dipinto di blu’, que sólo quedó tercero. Se pueden imaginar qué decepción, y lo que a partir de entonces se podían esperar del festival, pues es una de las canciones italianas más famosas de la historia. Italia fue enviando sus grandes estrellas, como Sergio Endrigo, Bobby Solo, y hasta Ricchi e Poveri o Franco Battiato pero el festival pasaba sin pena ni gloria. Se dejó por puro desinterés.

Sin embargo parece que se acaba esto de vivir al margen de los grandes acontecimientos de nuestro tiempo. La organización anunció el viernes con gran conmoción que Italia vuelve al concurso. Yo creo que Italia ya tiene bastantes problemas, pero ellos sabrán. En España, donde Eurovisión ha pasado de muermo trasnochado a asunto crucial de tertulias, la noticia irrumpió en los diarios digitales. A estas alturas del partido ya sabemos que eso no quiere decir absolutamente nada y mucho menos que algo sea noticia, pero lo curioso es que en Italia, ni palabra. Ni una línea en los periódicos, ni mención en la tele. Les da igual. Ante la tabarra mediática que se soporta en España con este tema puede parecer increíble, o saludable, aunque a lo mejor es en España donde se lo tendrían que mirar.

Aprovecho para poner a Sergio Endrigo, que concursó con ‘Marianne’ en 1968, un cantante de voz cálida que no era muy conocido en España, pero que es de los grandes. De esos discos que siempre andaban por casa. Fíjense qué cosa más seria y endomingada era entonces aquello:

El regreso al festival de Italia, potencia canora donde las haya, se debe a la misma razón por la que se fue: el negocio. Ahora les vuelve a interesar porque promete espectadores y publicidad. La RAI ya tiene su programa para jóvenes talentos, ‘X Factor’, que es un éxito y se supone que el vencedor irá a Eurovisión. Pero no siempre hubo esta motivación. La historia del abandono es curiosa, como casi todo en este país. En Italia Eurovisión tenía bajos índices de audiencia, hasta el punto de que empezó a darles miedo ganar porque implicaba organizar el cotarro el año siguiente, y no tenían ni ganas, ni dinero, ni beneficio. Se largaron por primera vez en 1981, durante tres años. En 1986, otro plantón, y lo mismo entre 1994 y 1996, hasta la última edición de 1997.

Italia ganó dos veces. La primera en 1964, con Gigliola Cinquetti, y la canción ‘Non ho l’età (per amarti)’. Significa ‘No tengo edad (para amarte)’, que luego interpretó en español de forma angelical, aunque por lo visto sí tenía edad para cantarla y concursar, pese a sus 16 años. En 1974, ya mayorcita, repitió en Eurovisión y pasó algo hilarante. Su tema se llamaba ‘Sí’, pero ese año era el referéndum sobre el divorcio y se temía que influyera en el resultado, así que el concurso fue transmitido meses más tarde. Aún así quedó segunda detrás de ABBA, con ‘Waterloo’. Lo que era antes Eurovisión. La segunda victoria italiana fue en 1990, con Totò Cutugno e ‘Insieme 1992’. Al año siguiente Italia fue anfitrión y la cosa fue un desastre, tanto organizativo como económico. Se instauró el firme propósito de que eso no podía volver a pasar. Pero no en el sentido de hacerlo bien, sino en el de no volver a ganar para no tener que hacerlo.

Ponemos ahora a Franco Battiato, que también pasó por el aro en 1984, con Alice y el tema ‘I treni di Tozeur’. Ya saben que tengo debilidad por él. Les ruego observen el topicazo de presentación -para que se acuerden de lo que nos sonrojábamos ya entonces con Eurovisión-, además de las entrañables pintas ochenteras:


El último año, 1997, fue una experiencia angustiosa que colmó la paciencia de la RAI. Corrió el rumor de que el grupo italiano, Jalisse, tenía posibilidades de ganar. El locutor, Ettore Andenna, ha contado que llamó entusiasmado para decirlo y le preguntaron si estaba hablando en serio. Percibió un tono helador. Siempre quedó la sospecha de que desde Italia se hizo lo posible para no ganar. Para el dúo Jalisse, que quedó cuarto, fue un trauma y siempre han pedido explicaciones, porque además al volver les hicieron el vacío. Literalmente, denunciaron que hubo contra ellos «una caza de brujas». A quién se le ocurre, ir a ganar. Es más, según reveló Andenna, se temía que los otros países quisieran castigar a Italia y «existía el riesgo de que se pusieran de acuerdo para hacerla ganar».

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