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Íñigo Domínguez

Íñigo Domínguez

Cosas normales en Italia (27): il retroscena

En Italia, ahora más que nunca, una cosa es ver los informativos de la tele o leer la prensa y otra saber lo que está pasando. La vida pública, tanto a nivel personal como institucional, es sobre todo representación, ya lo hemos hablado más veces. Así que para saber realmente lo que está ocurriendo hay que enterarse del ‘retroscena’. Lo que se cuece detrás del escenario, entre bastidores.

Esos movimientos ocultos son la razón de los exteriores, que son un mero espejismo o espantapájaros. Está tan asumido que los diarios dan una noticia y, en la página de al lado, el retroscena. Pero titulado así y todo, como una sección fija.

Pero vamos a poner un ejemplo, para no liarnos.

Titular: ‘Il Giornale’, un periódico del primer ministro, Silvio Berlusconi, insinúa que hay un espinoso dossier de putas sobre Gianfranco Fini, cofundador de su partido y principal aliado. Cuando le preguntan a Berlusconi por el tema afirma que no sabe nada del tema y no ha leído el artículo, pero que de todos modos reafirma su estima por Fini. (Aclaración: es un ejemplo real).
Retroscena: Berlusconi está hasta el gorro de Fini y le está montando una guerra sucia de primer orden para que se entere de lo que vale un peine. Salen declaraciones de Berlusconi y Fini en las que despotrican el uno contra el otro, tomadas no se sabe de dónde. Se supone que dichas a terceros, que a su vez las refieren a cuartos y quintos y en algún punto de la numeración acaban llegando a los periodistas, que a lo mejor las retocan un poquitín para darles más fuerza.

En fin, este entrañable velo de hipocresía que domina la vida política es rasgado en poquísimas ocasiones. Ya ven a Fini y Berlusconi en la foto. Cuando se hace, como está a punto de pasar ahora que se está poniendo tenso, no se sabe qué puede pasar. Puede saltar todo por los aires. Como le ocurre a nuestro querido Totó en ‘Gli onorevoli’ (Sergio Corbucci, 1963), descacharrante película sobre la campaña electoral y sus pasteleos en un pequeño pueblecito:

Sinopsis: Mitin en Roccasecca del candidato Antonio La Trippa, del PNR (Partito Nazionale di Restaurazione). El buen Antonio, tras una campaña agotadora, se ha desilusionado de la política al ver que es una cueva de ladrones y decide arrancar la máscara:
-En este momento crucial para la vida de nuestro país, hay que separar el bien del mal y la verdad de la mentira. ¿Si yo os dijera que una vez elegido me batiré por Roccasecca, nuestro amado pueblo, para construir carreteras, acueductos, casas, me creeriáis?
-Síííííí.
-¿Y si yo os dijera que estos señores son personas honorables, dignas de honrarse de este apelativo parlamentario, y que usarán vuestros votos para el bien del pueblo, me creeriáis?
-Síííííí.
-¡Entonces os digo que sois unos ingenuos, idiotas, deficientes, inconscientes! ¡Porque yo, una vez elegido, por Roccasecca no podré hacer una mierda (‘cacchio’. eufemismo por ‘cazzo’). Porque estos señores, apenas serán elegidos, pensarán sólo en sus sucios negocios, porque son ‘papponi’ (tiene un doble significado de ‘tragón’ y ‘chulo de putas’). ¡No votéis por mí, no votéis por mí!
Gran escándalo.

FIN

Para que se hagan una idea de cómo está ahora Italia, está llena de retroscenas. Yo ya me hago un lío. Es un momento muy raro porque aparentemente se han roto bandos y equilibrios, y todo el mundo se ha puesto a conspirar. La prensa está llena de pajas mentales sobre lo que ocurre, porque nadie quiere parecer tonto. Cuanto más rebuscada, mejor. Se supone que se prepara la caída de Berlusconi, que se pretende formar un Grande Centro entre los de derechas y el centro, que siempre está lleno porque son los que van para un lado u otro según les convenga. Esto de la nueva Democracia Cristiana da mucha pereza, pero aparece siempre periódicamente, y hasta en forma de tren, como uno que se inventó el plúmbeo Marcello Pera y nunca más se supo. A lo mejor sigue dando vueltas por Italia, como el Ibertren.

En fin, la idea de fondo es que se supone que a mucha gente se le han hinchado las narices de Berlusconi -pero en qué país vivían hasta ahora- y han empezado a tramar su fin. Cuando se dice esto se piensa en los míticos ‘poteri forti’ (poderes fuertes), que no sé si existen, pero haberlos haylos. Son, para entendernos, los directores de escena del retroscena, un oscuro y selecto grupo de cerebros de las altas esferas que, se supone, manejan los hilos del cotarro desde tiempos inmemoriales. Un escalón por debajo estaría los ‘salotti buoni’ (salones buenos), los palacios de familias bien y ricachones donde se mueven influencias y se cuece todo en cenas y aperitivos.

Es decir, que la historia oficial es una pantomima, porque es la historia oculta la real. Ojo, no se sabe cuánto hay de verdad en esto, sólo que algo hay, pero todos mitifican el lado oscuro porque se imagina mucho más decisivo e intrigante que el visible. La realidad es tan aburrida y mejorable… Y también, perdonen que insista, porque nadie quiere parecer ingenuo, lo peor en este país de listos.

Entre los ‘poteri forti’, uno de los gordos es la Iglesia. Sólo hay que fijarse: estos días cada vez que la conferencia episcopal o el Vaticano dicen una palabrita de más contra Berlusconi abren los periódicos del día siguiente. Imaginemos que fuera en España. Sale el portavoz de la CEE en rueda de prensa, Juan Antonio Martínez Camino, y le dice al Gobierno que muy mal, que algo no se hace. ¿Resultado? Efectivamente, ninguno, salvo el de siempre, pensar de dónde han sacado un portavoz así. En Italia basta que el presidente de la CEI (cambia la inicial del país) levante una ceja y parece que tiemblan los cimientos del Parlamento, como cuando se enfadaba el profesor en clase. Ahora parece que andan enfadados porque el periódico de Berlusconi, ‘Il Giornale’, también le hizo la guerra al director del diario de los obispos, ‘Avvenire’, con un confuso asunto de acoso y se lo acabó cargando. Aunque parece que dentro de la Iglesia hay quien está contento, porque también andan en guerra entre ellos y con su propio retroscena eclesiástico, que es otro mundo.

Total, que esta semana Angelo Bagnasco (chico de la foto), presidente de los obispos italianos, ha dicho:

«La Iglesia no puede ser coartada e intimidada sólo porque cumple su deber»
«Quien asume un mandato político debe ser consciente de la mesura y de la sobriedad, de la disciplina y del honor que comporta, como recuerda la Constitución»
«Estos fenómenos de degradación política, a los que asistimos hoy, revelan una falta de proyectos y está dirigida a intereses a corto plazo»

Basta decir esto y la idea que queda en el aire es: ‘Uyuyuy, a Berlusconi le quedan dos telediarios’. Real o imaginario -estamos en el retroscena- éste es el poder que se le atribuye a la Iglesia italiana.

Para abreviar, mi teoría es que Berlusconi tiene tanto morro y ha llegado a tal nivel de desmadre que ya no le hace falta ni decorado ni retroscena ni nada. Ahora dicen que se corre juergas con tías dando plantón a la asamblea general de la ONU con la excusa de que le duele la espalda, hace un año por estas fechas. ¿Y qué? Pues ahí le duele. Esta falta de hipocresía en Italia no se puede tolerar. Ha ido demasiado lejos. ¡Actuar sin decorado! Nada, nada, hay que volver a poner orden.

Es que ya se supera la ficción. Como ese político mangante que aparece en ‘Signore e signori, buonanotte’, una película increíble que no me explico cómo no he puesto antes. Miren, miren lo que le dice un ‘onorevole’ al pobre Mastroianni, un periodista que intenta hacer su trabajo:


Sinopsis: El reportero espera en Montecitorio, la Cámara de Diputados, equivalente a nuestro Congreso, a un ministro, en el centro de la polémica. Sale y le permite unas preguntas, pero rapidito.
-¿Está al corriente de las graves acusaciones contra usted de dinero robado a los comedores de huérfanos, se habla de 200.000 millones de liras?
-Claro, claro que estoy al corriente.
-¿Y no ha pensado que sería oportuno, mientras se aclara la verdad, dimitir inmediatamente?
-Jovencito, dimitir nunca, sería un movimiento equivocado.
-¿Quiere decir que su dimisión sería un implícito reconocimiento de las acusaciones?
-No, hombre no. No dimito para combatir mi batalla desde una posición de privilegio, desde mi puesto puedo controlar la investigación fácilmente, contaminar las pruebas, corromper testigos, en resumen, desviar el curso de la Justicia.
-Pero, ‘onorevole’, ¿no es irregular, contra la ley?
-Ah, no jovencito, yo las leyes las respeto, y sobre todo la ley del más fuerte, y como en este momento yo soy el más fuerte me propongo aprovecharme. Es mi deber.
-¿Pero deber, hacia quién?
-Hacia el electorado que me ha dado el voto para obtener de mí puestos, licencias, permisos, contratos públicos, para que los apoye en evasiones fiscales, en administración de fondos negros, derrumbes de presas mal construidas, escándalos, chantajes, contrabando de valores…
-Perdone, ¿pero qué coño está diciendo (otra vez ‘cacchio’)?
-Yo estoy diciendo que el electorado ve en mí un prevaricador, si en cambio hubiera querido un hombre honesto y decente, ¿qué cree, que me hubieran votado a mí? ¡Vamos, chaval!
-Pero mira tú qué hijo de puta…

FIN

Era 1976. Para que luego digan que no se veía venir. Como si Berlusconi hubiera caído del cielo. Sólo es un producto avanzado.

Por cierto que el Gobierno acaba de aprobar el escudo fiscal para que quien haya evadido dinero pueda traérselo a casa, anónimamente, impune y sólo con un pequeño castigo del 5%.

‘Signore e signori, buonanotte’ es una sátira brutal, rodada por varios directores que van a saco: Age, Scarpelli, Loy, Scola, Monicelli, Magni, Comencini,… En aquella época, teóricamente más reprimida y con censura, se hacían estas cosas. Hoy, que somos todos tan modernos, tan libres y desinhibidos, no. Entonces ¿por qué nos impresiona?

Volviendo al retroscena, que siempre pierdo el hilo, no se crean que esto ocurre sólo con la actualidad. Qué va. Al cabo de veinte años surgen reconstrucciones minuciosas sobre lo que realmente intentó hacer un subsecretario del cuarto gobierno de Andreotti en aquel consejo de ministros en el que, inexplicablemente, se opuso por sorpresa a la aprobación de un borrador de los presupuestos que al final fue rechazado en el Senado dos meses después. De repente aparecen nuevos documentos, o alguien que estaba allí decide hablar, o publica un libro de memorias y, por fin, se ponen las cosas en su sitio.

Si lo hacen con estas tonterías, mejor no hablar de las cosas importantes. Por ejemplo, hoy mismo aparece una noticia sobre el caso Moro en ‘La Repubblica’: «Nuevas revelaciones de un arrepentido: ‘Todos sabían lo de Via Gradoli’». Y llevamos así 31 años. Del mismo modo no pasa un año sin que salte a la palestra un ex-espía letón con inéditos detalles sobre el atentado de Juan Pablo II.

La minuciosidad en los pormenores de la vida cotidiana parece aburridísima y sin ninguna trascendencia, pero si se piensa bien esta dedicación monacal a la intrahistoria es apasionante. Esto de saber realmente lo que ocurre, cuál es la verdadera realidad, es una aspiración muy idealista ¿no les parece? Para que luego digan -bueno, también lo digo yo bastante- que los italianos son tan pragmáticos. Pero en realidad, creo, es una mera ambición de uso de información como poder, por la obsesión nacional de no ser engañado (‘fregato’). Traspasado al fútbol es la obsesión porque no te marquen un gol y supongo que un psiconanalista vería mucho más, dado que ser estafado se resume proverbialmente con el verbo ‘encular’. Mirado en profundidad, de lo que se trata es de saber por fin quiénes, entonces, eran los listos y los tontos. En definitiva, quién ganó. Porque el que parece que gana a veces, a largo plazo, pierde. Por eso el presente en realidad hay que mirarlo con tanto desapego.

Junto a otros factores como el afán de protagonismo o la imposibilidad del secreto en una sociedad de secretismos, este revolver continuamente en el pasado es una de las razones de la persistencia de los grandes misterios italianos y del ‘giallo’ (en Italia el misterio, el género negro, es ‘giallo’, amarillo, por el color de los viejos libros de la Mondadori). Porque, ya se lo imaginarán, al final nunca se aclara nada y no hay buenos ni malos. Como en el fútbol, un empate eterno.

Italia se vuelve continuamente a sus espaldas a examinar, a revisar, a cambiar de idea. Es increíble: no sólo se adaptan al presente, ¡sino al pasado! A mí me parece grandioso. En España te explican en clase los gobiernos de Romanones (si los explican) y, hala, hasta nunca. Ahí se queda. También se debe al progresivo empobrecimiento cultural de nuestro país, claro. Parece que la cultura no son ideas, sino sólo espectáculo, es decir, mercado. Miren las páginas culturales de los diarios.

Aunque todo este repasar el pasado también puede ser por esa eterna duda que a todos los italianos les atormenta: ¿cómo hemos llegado a esto?

Y volviendo al presente, ¿qué está ocurriendo? Sinceramente no tengo ni idea. A veces en el ‘retroscena’ no hay nada, pero eso nadie lo sabe. Lo mejor es que nos veamos aquí otra vez dentro de veinte años, si existen los periódicos, para saber por fin lo que está sucediendo hoy.

Total, que ya veremos qué pasa en las próximas semanas, pero no hay que ponerse nerviosos. Berlusconi un poco nervioso sí está. Siempre ha mantenido que es un ‘outsider’, al margen de los ‘poteri forti’ contra los que lucha y que conspiran contra él. Se le olvida que fue masón de la P2, protegido de Craxi y es el hombre más rico de Italia, pero lo que está claro es que si finalmente se lo cargan querrá decir que existen.

De momento está un poco asustado y hasta presenta denuncias contra la prensa. A mí no me parece mal, siempre que exista la posibilidad de que él pueda perder, pero es que es inmune a la Justicia. Además nos reíremos mucho, porque en uno de los procesos, contra ‘L’Unità’, deberá demostrar que no es impotente. Aunque habrá que ver si sigue siendo inmune el 6 de octubre, cuando el Constitucional se pronuncie sobre este superpoder del que se ha dotado. También por eso está nervioso, porque a lo mejor le quitan la inmunidad y se encuentra de nuevo con sus procesos. Por el momento, se hace lo que se puede controlando los telediarios. Recordemos, para relajarnos, otra escena memorable y actual de ‘Signore e signori buonanotte’:

Sinopsis: Mastroianni, presentador de informativo, discute al teléfono con un superior sobre si ir o no a una asamblea de trabajadores sobre la libertad de prensa. Le dice que él si va y en el arranque del informativo anuncia la celebración de una asamblea, «en el cuadro de las movilizaciones de los periodistas televisivos por una más amplia y democrática participación en la redacción de los informativos». Por eso, anuncia, debe interrumpirse la emisión unos momentos, porque debe intervenir personalmente en un encuentro con los dirigentes.

Se interrumpe la emisión mientras se oye ruido de bofetadas.

«La animada asamblea ha sido actualizada», anuncia Mastroianni al regresar. Luego reanuda el informativo. Empieza a leer una noticia sobre la apertura del año judicial pero se para. «No, esperen, les voy a leer una noticia que seguramente les interesará más: ‘Grottaferrata. Hoy en la ‘Osteria del fico’, el señor Aristide Barotti…’». Y describe una comida de bodas de oro de unos señores, enumera el menú, con bucattini alla amatriciana, chuletillas de cordero, y añade que luego el abuelo ha improvisado unos cánticos.

Al final coge el teléfono que no para de sonar: «¿Cómo que qué coño estoy diciendo? ¡Para mí es mucho más interesante que todo esto! ¡A quién le importa la visita del Sha!…». Cuando cuelga, más aliviado, dice: «Y con esto yo creo que he terminado, vosotros tragaros la inauguración del año judicial del salón de las cariátides». Y da paso a las imágenes.

Y entonces aparece lo que bien podrían ser los ‘poteri forti’. Magistrados, altos cargos del Estado, catedráticos, el Papa, cardenales, militares, nobleza y prohombres varios.

Tras la solemnidad, la fachada, llega el retroscena: ¡Funiculí, funiculá!

FIN

Ya ven que bien se lo pasan. Pero es que ha llegado Berlusconi, el hombre nuevo, y pasa de fiestas con vejestorios, prefiere las concursantes del Gran Hermano.

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