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César Coca

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El Día de los Muertos



Si los aniversarios de ficción se conmemorasen, mañana se cumplirían 66 años del día en que comienza la acción de ‘Bajo el volcán’. El número le hubiese encantado a su autor, Malcolm Lowry, porque encierra la promesa de un holocausto. Esa jornada de 1939, en la que se celebra el Día de los Muertos en México, dos amigos apuran sus copas en el Hotel Casino de la Selva y rememoran a Geoffrey Firmin, el fallecido representante del Gobierno inglés en Cuernavaca. Y con su recuerdo se abren las puertas del infierno.




Es difícil encontrar una novela tan densa, tan compleja, tan laberíntica y tan dura como ‘Bajo el volcán’. En sus páginas, que rezuman tequila y mezcal, la ebriedad es un equivalente de la santidad  y hasta el último objeto que aparece descrito está repleto de un simbolismo arcano y cabalístico. (Este jardín es suyo. Evite que sus hijos lo destruyan). Pero además, Lowry analiza con dolor, mucho dolor, temas como la traición, la lealtad, el amor, el sentido de la vida o la amistad. Es imposible entenderla con sólo una lectura y el propio autor tuvo que escribir ‘El mezcal, el volcán y los comisarios’ para permitirnos vislumbrar qué es lo que nos quería contar. El 2 de noviembre es una buena fecha para homenajear al sufriente Lowry y sumergirse en una novela que, para muchos, es la mejor novela del siglo XX. Hoy, día de Todos los Santos, grabaremos aquí su epitafio:

Malcolm Lowry
Difunto de Bowery
Su prosa era florida
Y a veces reñía
Vivió, de noche, bebió, de día,
Y murió tocando el ukelele.

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