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César Coca

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Un libro cada semana: 'Los bienes de este mundo' de Irène Némirovsky

Llega a las librerías una novela nueva de Irène Némirovsky y eso es un acontecimiento feliz para los degustadores de buena literatura. Hace solo diez años que la autora rusa afincada en Francia y fallecida en el campo de concentración de Auschwitz fue descubierta por los lectores españoles –y prácticamente por los de todo el mundo– a raíz de la publicación de Suite francesa, uno de los libros más hermosos en mucho tiempo. Desde entonces ha ido apareciendo lo mejor de su producción y ahora le llega el turno a Los bienes de este mundo.

La historia que cuenta Némirovsky es aparentemente simple: Pierre Hardelot, un joven de familia burguesa, rompe en el último momento un compromiso para una boda ventajosa y se une en matrimonio a una muchacha de la que está enamorado desde la niñez pero que carece de fortuna. La Primera Guerra Mundial irrumpe en sus vidas cuando apenas han iniciado la convivencia, y el muchacho ha de ir al frente.
A partir de ahí, Némirovsky narra a través de escenas que parecen independientes (la novela fue publicada por entregas en un semanario) pero que configuran un conjunto muy compacto una suave decadencia familiar. Decadencia económica porque para cuando el abuelo de Pierre, que es un rico empresario de la industria del papel, perdona a este por su boda inconveniente, la fábrica es un negocio ruinoso que debe ser salvado de la quiebra por la rica heredera abandonada prácticamente en el altar. Y decadencia social porque el modelo de vida procedente del siglo XIX en el que todos viven felices se desploma, aplastando en su caída a todos los protagonistas, incapaces de ubicarse en los usos y costumbres del nuevo siglo.
Hay de por medio venganzas, celos, amores contrariados, engaños e hipocresía, dolor e incredulidad de una sociedad que no estaba preparada para vivir una nueva guerra cuando aún permanecían sin cerrar las muchas heridas de la anterior. Némirovsky escribe con una elegancia suprema, con un estilo tan transparente que parece no existir, donde nada sobra ni falta. Los personajes son tan humanos, tan verdaderos, que es imosible no sentir su respiración mientras se avanza en la lectura. Una delicia.

(Publicado en elcorreo.com)

 

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