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César Coca

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Carta abierta a Sus Señorías

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Estimados parlamentarios:

He tenido noticia por la prensa de que han aprobado que la Cámara envíe una petición a la Universidad para que en lo sucesivo no se pueda identificar a los alumnos en las listas de notas. Ni nombres ni DNI. Cada alumno deberá tener un número o una clave y las listas no contendrán más referencia que esa. Se preservará así el derecho de los estudiantes a que nadie, salvo el interesado (y el profesor, entiendo), pueda conocer sus calificaciones. Al parecer, todo obedece a la queja de un universitario que estaba harto de que se hicieran chanzas a propósito de sus bajas notas.

Con todos mis respetos, ustedes se han equivocado. Han antepuesto el derecho a la privacidad sobre el derecho a la justicia, que a mí me parece mucho más importante. Y la justicia, cuando de calificaciones de una asignatura se trata, sólo se preserva mediante la transparencia. Es decir, que todo el mundo sepa la nota de todo el mundo. De esa forma, no hay profesor que se arriesgue a aprobar (mucho menos a poner notable o sobresaliente) a alguien cuyo desconocimiento es público y notorio. Podría estar tentado de hacerlo por múltiples razones que aquí no detallo, pero que seguro que imaginan Sus Señorías. Ni se atreverá a suspender (impulsado por razones que también adivinarán sin problema) a alguien que, mirando sólo a sus conocimientos, no lo merece en absoluto.

El secreto, en cambio, permitirá encubrir la arbitrariedad. Nadie podrá mofarse de nadie, pero se da a los profesores un poder casi ilimitado para introducir elementos de subjetividad intolerables en sus calificaciones. Si yo fuese alumno, estaría muy preocupado ante lo que ustedes acaban de aprobar. Pretendiendo arreglar un problema (no dudo de su buena voluntad) que seguramente tenía una incidencia muy pequeña han creado uno que puede tener consecuencias mucho peores. 

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