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César Coca

Divergencias

Ha muerto un héroe

Una de las malas noticias de los últimos días es el fallecimiento del periodista de Tijuana Jesús Blancornelas.
Dentro de la tristeza de su desaparición, la única alegría que nos
queda a sus lectores es que su muerte se debe a una enfermedad. Por lo
tanto, ninguno de los asesinos que en los últimos años ha intentado
matarle ha tenido éxito. Desde su tumba, Blancornelas puede reírse
porque ha burlado a todos los sicarios de los cárteles que le rondaban
para cerrarle la boca.

Nunca conocí a Blancornelas pero sí intercambié con él correos
electrónicos. Cierta vez, por esos azares de Internet, encontré las
páginas de la revista ‘Zeta Tijuana’.
Allí descubrí sus denuncias contra la corrupción, contra la prepotencia
de los narcos y contra la minería de algunos políticos mexicanos. Desde
España, donde a veces el periodismo tiende a ser el más rastrero y
reptiloide de los espectáculos, su forma de entender su profesión se
veía como un último rayo de dignidad.

Le mandé un e-mail a Blancornelas y tuvo la deferencia de contestarlo.
El motivo del texto era mostrarle mi solidaridad ante las duras
condiciones en las que tenía que desarrollar su trabajo. En 2004 habían matado al editor de su revista y él mismo ya había sido objeto de un atentado
en el que falleció su escolta. Además, uno de los fundadores de la
revista había sido asesinado unos años antes. Blancornelas me agradeció
el mensaje y me explicó que su vida consistía en ir de casa a la
redacción y de la redacción a casa, día tras día, escoltado por catorce
militares y encerrado en un coche blindado. Alejarse de esa rutina era
una sentencia de muerte. Todavía nos escribimos un par de veces.

La verdad es que me enganché a leer la edición digital de ‘Zeta
Tijuana’. Sin haber estado nunca en esa ciudad le cogí manía a su
alcalde, Hank Rhon, quien, según Blancornelas y sus compañeros, tenía y
tiene vínculos con los cárteles. Además, los sucesos que contaban eran
terribles, indecentes, sangrientos. Reconozco que los leía, -y los leo-
con morbo. ¡Y qué lenguaje! Están escritos en ese español azteca que a
veces cuesta entender pero que suena estremecedor. Y, todas las
semanas, Blancornelas escribía un reportaje de sus recuerdos, o
analizaba el abandono del Gobierno mexicano hacia los periodistas
amenazados, o hacía un elogio del bolero o se quejaba con estilo.

Ahora Blancornelas ha muerto. El único consuelo es que sus compañeros de ‘Zeta Tijuana’ siguen haciendo su trabajo.

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