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César Coca

Divergencias

Ficción y realidad (caso Provenzano)

Desde luego que la realidad siempre supera
a la ficción, pero en  la detención del asesino mafioso
Provenzano, se advierte algo distinto, ese triste momento en el que se
evidencia que la ficción, en vez de reflejar la realidad, sólo sirve
para maquillar el horror.

Me explicaré. ¿Cómo aparece Provenzano? Según la excelente crónica de Iñigo Domínguez,
en una casucha miserable, al parecer, prestada por un pastor. El capo,
al final, apestaba a estiércol y vivía como un preso al que nunca da el
sol, muriéndose de frío o calor,  mientras espera que alguien le
traiga una muda limpia. Estos son los hechos.

¿Cómo nos han descrito el cine, la televisión y la literatura a los
capos? Como grandes millonarios, que viven en casas de lujo en el Lago
Tahoe, como describió Coppola y vemos en la foto, o en sus propias
islas del Caribe, o en mansiones protegidas por decenas de criminales
malencarados. Pablo Escobar, por ejemplo, llego a tener su propio zoo
en su hacienda pero muere como un mendigo, huyendo de la Policía por
los tejados. En sus últimos días, por ejemplo, sólo pudo comer lo que
le dieron algunos campesinos. ¿Cómo se llamaba su mansión? Nápoles.
Incluso a Escobar la había fascinado el halo de glamour, lujo y poder
que desprendía la imagen de la mafia que había forjado la ficción.
Quizás, si desde el principio se hubiera contado la verdad, -en éste y
otros casos de grupos violentos- las cosas hubieran sido distintas.

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