El otro día hablé con una persona a la que
quiero considerar mi amigo. No es español pero conoce muy bien la
realidad latinoamericana, creo que también, la española y, en cierta
forma, la vasca. Es de esas personas que ha viajado, es inteligente y
tiene una perspectiva global realmente interesante. Además, es moderado
en las formas pero muy claro en los principios. Ultimamente ha estado
en Euskadi. Sin perder la sonrisa me dijo que ha percibido que uno de
los problemas de los vascos es que vivimos mirándonos el ombligo, sin
darnos cuenta de todo lo que realmente está sucediendo a nuestro
alrededor. Aunque, claro, entendía que nuestra nefasta realidad no nos
permitía muchas veces hacer otra cosa que mirarnos compulsiva y
enfermizamente el ombligo.

Hoy, miércoles, 22 de marzo, es uno de esos días en los que a uno 
le gustaría pensar que existe una posibilidad de que nos dejen levantar
la cabeza, de que hay una esperanza de que sea posible dejar de
contemplarnos obsesivamente el ombligo y poder mirar lo que hay a
nuestro alrededor. Y descubrir lo que hay realmente detrás de la
montaña. Ojala tengamos esa suerte.