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César Coca

Divergencias

Pérez-Reverte, Goya, Picasso, el 'Guernica'

Querido Arturo,

Como nos hemos tratado en varias ocasiones me permito mandarte este
breve carta, ya que además intuyo que aprecias más la discusión
civilizada que no la simple y a veces traidora adulación. Lo hago por
lo de las declaraciones del otro día. Decías que Goya vivió la guerra y que Picasso no, y que eso se nota, en tu opinión. Según lo planteaba la noticia, parecía que implícitamente se debía entender que Goya era mejor que Picasso, al menos en cuanto al tratamiento del tema bélico en la pintura. Me pregunto si hay que vivir algo tan extremo como la guerra para poder pintarla o escribirla, si a Baroja se le nota que no salió a la mar jamás en su vida cuando hablaba de marinos
(a lo mejor sí, tú me contarás). Parece, no obstante, que la condición
del creador implica un cierto grado de instrusismo, en el sentido de
que él es capaz de hablar de aquello que a lo mejor no ha experimentado
y sólo lo ha imaginado.

    Decías que el ‘Guernica’ “no es un cuadro de guerra”.
Estamos de acuerdo. Yo creo que es un cuadro sobre las consecuencias de
la guerra, ya sabes, aquello del paisaje despúes de la batalla. En
defintiva, el horror, el dolor de las mujeres, los niños como víctimas,
la estupidez de los hombres. Y no digo esto por corrección política.
Creo sinceramente que es así.
    Picasso., en efecto, no vivió la guerra. Es más, cuando Juan Larrea le sugirió que
el bombardeo de Guernica podía ser el tema que estaba buscando para su
cuadro de pabellón español en la Expo de Paris, 1937, el pintor le
preguntó: ¿Cómo es un bombardeo? Sin embargo, él conocía bien
todo lo que estaba pasando en España y tenía en París un observatorio
magnífico para apercibirse de lo que podía pasar en Europa (el
historiador Gus Van Hensbergen lo cuenta bastante bien Guernica.
Historia de un icono del siglo XX, Editorial Debate).


    En cualquier caso no parece que haya que elegir entre Goya o Picasso. El Reina Sofía quiere poner el Guernica al lado de Los fusilamientos del 3 de mayo. El malagueño sabía lo que se traía entre manos.

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