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Uno para todo, todos contra uno

Golden State 4-LeBron James 2. Los Warriors del ‘MVP’ Stephen Curry, de Klay Thompson y de Andre Iguodala, el sorprendente ‘MVP’ de la final, son los nuevos campeones de la NBA tras 40 años en el ostracismo (su último anillo lo ganaron en 1975). La franquicia de San Francisco se ha llevado una gran eliminatoria en la que se ha vivido la historia del “uno para todo y todos contra uno”, la lucha desigual del titán solitario LeBron James frente a la actuación coral de los de la bahía de Oaklan.
Poco más ha podido hacer el de Akron en su sexta final, la cuarta perdida. Con las lesiones de Kevin Love y de Kyrie Irving, Cleveland lo fió todo a King James. Me sorprende que un gran gestor de grupos como David Blatt, experto en sacar a sus hombres un rendimiento por encima de lo esperado, como demostró con Rusia o con el Maccabi Tel Aviv, haya optado por una táctica tan básica como arriesgada. LeBron lo ha hecho todo y sus exhibiciones en los seis partidos han sido sublimes, pero me alegro que, una vez más, se demuestre que el baloncesto es un deporte de equipo en el que el colectivo siempre suma más que la individualidad.

De nada han valido los 35.8 puntos, 13.3 rebotes y 8.8 asistencias que ha promediado la estrella de los Cavaliers. Nunca en la historia de las finales de la NBA (y mira que han pasado leyendas por ellas) un mismo jugador había liderado las tres estadísticas fundamentales. Y es difícil que otro que no sea él lo consiga, al menos en los próximos lustros.
Yo considero que el premio de Jugador Más Valioso de una final o de un torneo se lo debe llevar siempre el mejor del equipo ganador, por mucho que alguien destaque sobremanera. Pero, si alguna vez ha habido alguien que ha merecido el galardón de ‘MVP’ por encima de ganadores y perdedores, ese ha sido LeBron James.
Pero en esta final lo que valía era el anillo de campeón. Seguro que a Curry no le ha importado ceder una parte de protagonismo a ‘Iggy’ a cambio de poder besar el trofeo dorado Larry O’Brien. Mientras, el que se califica como “el mejor jugador del mundo” (no sin razón) sigue aumentando su leyenda negra de perdedor (si a alguien que ya cuenta con dos anillos se le puede denominar como perdedor) frente a astros eternos como Michel Jordan -seis títulos en otras tantas finales-, Kobe Bryant -cinco anillos en siete intentos- o el inalcanzable Bill Russell -once anillos y una sola final perdida-.
El deporte profesional (insisto, el profesional, nada que ver con el deporte formativo)se base en los triunfos finales, las batallas ganadas por el camino no importan demasiado. El segundo sólo tiene el derecho a ver más cerca que el resto cómo el campeón levanta el trofeo, mientras le salpica algunas gotas perdidas del champán con los que los rivales celebran el título. Por eso, mientras los Cavaliers siguen llorando otra oportunidad perdida, los Golden State Warriors de Steve Kerr entran en la historia y legitiman con el anillo el estilo más espectacular, divertido, rápido y valiente de la NBA.

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