Historias de siempre
El baloncesto riojano es de esos deportes que une. No es que el baloncesto riojano tenga su idiosincrasia particular, al estilo de la pelota vasca. Tras casi una década fuera, viviendo el otro baloncesto, me he vuelto a sumergir en este mundillo que, ya hace muchos años, mis amigos ‘de fuera’ calificaban de endogámico (realmente, usaban otros calificativos más malsonantes, pero que venían a significar lo mismo). Y después de tanto tiempo, me he dado cuenta de que poco ha cambiado. La mayoría de los que estaban siguen estando y los que apuntaban maneras se han ido haciendo importantes con nuevas propuestas y clubes. Algunos de ellos continúan con más pasión que antaño, arañando minutos a su tiempo, arrastrando a sus familias y alentando a los nuevos a convertir en pasión uno de los deportes que tienen más marcado en su ADN los valores de respeto, educación, compañerismo, igualdad y la formación como razón de ser.
Pese a que todos tenemos unos colores representativos y un escudo especial en el pecho, tantos años dentro de un mismo aro han hecho que algunos de los que eran tus enemigos en la cancha hayan pasado a ser compañeros de equipo, de nuevo rivales deportivos y amigos fuera de ella; que chavales que has entrenado desde críos se conviertan en colegas de banquillo y que más de una vez te ‘mojen la oreja’ sin compasión; que las posiciones a veces extremas que defendías, ahora sean más moderadas y permitan un diálogo más fluido y ayuden a comprender otras posturas distintas, no necesariamente peores.
El otro día tuvimos la cena de cierre de temporada de mi equipo del Torneo Municipal. Habitual segundo clasificado en los últimos años, esta campaña, con mi incuestionable ayuda (o lastre, mejor mirado), hechos caído hasta la quinta posición. La experiencia ha sido espectacular en este grupo formado por ilustres veteranos y algún joven heredero. En un ambiente estupendo entre lo que yo llamo exdeportistas, he visto muchas risas, momentos del mejor baloncesto que todavía nos permiten practicar nuestros castigados cuerpos y pocas malas caras. Estas, de hecho, sólo aparecieron en las cuatro o cinco ocasiones en las que los rivales pidieron tiempo muerto en los últimos minutos de partido para que corrieran los segundos (no se paraba el crono ese minuto y el cuarto se escapaba sin solución). Y nuestras protestas entonces no eran por perder sino porque no podíamos seguir jugando, que era lo que más queríamos.
Pues eso, que nos fuimos de cena, porque ya se sabe que, a estas edades, el equipo es la excusa perfecta para montar alguna farra nocturna de vez en cuando. No estuvimos todos los del equipo, pero se sumaron otros históricos (algunos de ellos parte del ‘roster’ del Pata Negra en anteriores campañas) como Papi, Yuma, Chile, Richi, Javi, Santi, Candi,… La verdad es que somos algunos los que nos hemos apuntado a sus cenas porque, como alguno recordaba con orgullo, ellos son los que mantienen la amistad desde hace décadas y somos el resto los que nos vamos añadiendo. Yo los contemplo desde la sana envidia y la satisfacción de poder compartir mesa y mantel de vez en cuando porque ellos son historia viva del baloncesto riojano (perdonad, pero no os estoy llamando abuelos…). Además, cuentan con el valor añadido de que algunos de ellos son grandes contadores de anécdotas baloncestísticas. El caso es que me ‘jarté’ de reír a lágrima viva escuchando aventuras varias. Al final, todos admitían alguna que otra perrería de veterano y se les escapaba algún cabreo de campeón, pero la mayoría de las historias acababan con algo así como “las teníamos de todos los colores en el campo, pero qué bien nos lo pasábamos con ellos fuera”. Porque, al final, lo que queda de todo aquellos años son los buenos ratos con compañeros y rivales, y que hacen que todos, por los menos, nos respetemos tras muchos años jugando a lo mismo. Son esos momentos los que permiten que Nájera les invitara hace unos días a jugar un partido amistoso para recordar con cariño los 20 años del ascenso a Tercera de los najerinos ante el Cava Faustino, del que muchos formaban parte entonces. Son esas cosas las que hacen que este deporte sea tan especial.