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La ACB le abre la puerta a Jesús Sala

A Jesús Sala se le abrió la puerta de la ACB. En un momento en el que había dado un paso al lado, desde el banquillo hacia los despachos, y se sorprendía leyendo libros de dramaturgia en la parte de la biblioteca que ocupa su pareja, la actriz Inma Cuevas, en lugar de ojear sus apuntes de estrategia baloncestística, al técnico madrileño le llegó la llamada que llevaba tiempo esperando tras más de 300 partidos entre la LEB Oro y la Plata.
Se va y los que queremos y creemos conocer el baloncesto riojano nos quedamos un poco huérfanos. Porque, de alguna forma, Sala ha sido la cabeza visible del Clavijo, el estandarte del basket de nuestra comunidad hasta la emergente aparición del Promete. Mi sensación es que se empezó a ir ya en verano, cuando anunció que pasaba a la dirección técnica del club. Un ‘rabo de lagartija’ como él, inquieto, apasionado y siempre afrontando nuevos retos, puso buena parte de su entusiasmo en Kendosan Producciones y en ‘Constelaciones’, aunque decía que no quería dejar de lado a su niño grande.
Jesús puede ser considerado un JASP (Joven Aunque Sobradamente Preparado) del banquillo. Con 37 años, poca experiencia más se puede acumular: conoce el baloncesto FEB a la perfección tras una década al frente del Clavijo, con el que ha llegado a disputar el ‘playoff’ para ascender a la inalcanzable ACB y para el que ha gestionado presupuestos apretados y jugadores con mayor y menor talento (incluso con talentos que poco tenían que ver con la canasta); ha participado en campus por todo el mundo y conoce al dedillo el basket universitario americano y a las jóvenes figuras del baloncesto europeo tras su paso las categorías inferiores de la selección española (algo de lo que se ha aprovechado el club riojano para traer a Logroño a proyectos de grandes jugadores).
Pero en el baloncesto hay que estar en el lugar adecuado en el momento oportuno. Como cuando aprovechó su, en principio, accidental y provisional puesto de primer entrenador cuando llegó a la capital riojana hace algo más de diez años. Las victorias le fueron dando razones para mantenerse al frente del equipo y para convencer a la directiva de que la apuesta era ganadora.
Jesús decía que sólo se iría de Logroño si le llegaba una oferta desde Madrid o de la ACB. Ahora, el aterrizaje de Hugo López en el Fuenlabrada le da por fin la oportunidad de llegar a la máxima categoría del baloncesto español, como segundo de la mano derecha de Pablo Laso, a un Fuenlabrada que le conoce bien y al que le unen lazos desde hace unos cuantos años. No se le caerán los anillos por ceder la responsabilidad a otro.
Le deseo la mejor de las suertes a Hugo López y espero que le vaya fenomenal, que se convierta en uno de los grandes entrenadores nacionales, y que busque nuevos horizontes en clubes punteros. El Fuenlabrada es una entidad que confía en la casa, por convicción y por su habitual economía de batalla, y espero que entonces Jesús esté de nuevo en el lugar adecuado para recibir la batuta de mando, cerrar el círculo de la mejor forma posible, y que ese destino del que se habla en ‘Constelaciones’ llegue a su universo ansiado.
Adiós y gracias, entrenador. No te deseo suerte, porque empañaría tus méritos. Te deseo justicia. Espero encontrarte pronto, por la ACB… o en algún teatro.

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