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Collins abre la puerta del armario

Soy un pívot de la NBA de 34 años. Soy negro. Y soy gay”. Esta declaración, corta y contundente, ha pasado ya a la historia de los hitos de los derechos sociales. Forma parte de la carta publicada en la revista Sports Illustrated por el jugador de baloncesto Jason Collins. Es el primer deportista de las grandes ligas americanas en activo que reconoce su homosexualidad y abre la puerta a otros para que rompan definitivamente con un tabú hasta ahora nunca superado.
Pensaba escribir un post sobre la trascendencia de este anuncio, pero he preferido transcribir el texto escrito por el periodista Javier Bragado (@Javier_Bragado) para los portales de Vocento. Para qué perder el tiempo cuando hay alguien que lo ha contado ya de forma brillante. Ahí va.
Un pívot abre el armario de los tabúes
Jason Collins, jugador de la NBA, se convierte en el primer deportista de las ‘grandes ligas’ que revela su homosexualidad

Estados Unidos se vende como ‘la tierra de las oportunidades’, el lugar del mundo en el que un hombre puede lograrlo todo gracias a su esfuerzo. Pero también se exhibe como una gran comunidad que sostiene las fuertes tradiciones con las que los colonos arribaron al Nuevo Continente. Son esas circunstancias ancladas en las raíces del país las que explican que en pleno siglo XXI ningún jugador profesional de las ‘grandes ligas’ norteamericanas reconociera de manera pública de su homosexualidad.
Demasiados tabúes. Demasiadas miradas. Demasiados prejuicios.
Demasiados tabúes. Demasiadas miradas. Demasiados prejuicios. «Soy un pívot de la NBA de 34 años. Soy negro. Y soy gay». Tres afirmaciones simples pero contundentes han dinamitado el acuerdo tácito de silencio. Así, el 29 de abril de 2013 se ha convertido en una fecha histórica para el colectivo con el anuncio, publicado en la prestigiosa revista ‘Sports Illustrated’, que ha elevado a Jason Collins como uno de los pioneros.
«No me propuse ser el primer atleta abiertamente gay en un gran deporte americano, pero desde que lo soy, me siento feliz por haber inicado la conversación», explica en primera persona en la publicación de su país. Collins, cristiano devoto, sintió que debía dar un paso adelante tras la reciente tragedia de Boston después de haber tanteado exponerse durante la huelga de jugador de la NBA de 2011. «El parón causó estragos en mis hábitos y me forzó a enfrentarme con lo que realmente soy y lo que quiero», señaló Collins. Antes lanzó un pequeño guiño al elegir el número 98 en su camiseta de los Celtics y de los Wizzards, «un número con gran significado en la comunidad gay», según explicó el californiano porque «uno de los más notorios crímenes antigay ocurrió en 1998».
Después de avisar a sus familiares -su gemelo Jarron, también pívot de la NBA, recibió con sorpresa la confesión en 2012-, solo su abuela se mostró reticente a su anuncio público. La anciana había crecido en los campos de Lousiana y había sufrido la segregación racial. «Le preocupó que me abriera al prejuicio y al odio», reconoció el pívot que finalmente logró convencerla.
La diferencia de Collins respecto a pioneros como el exbaloncestista John Amaechi radica en que todavía es jugador profesional. «La siguiente temporada tendré un par más de ojos centrados en mí. Eso solo me motiva para trabajar más duro», asegura el pívot que después de su paso por los Wizzards se encuentra sin equipo: «Ahora soy agente libre, literal y de forma figurada. Todavía adoro este juego y tengo cosas que ofrecer. Mis entrenadores y compañeros lo reconocen. Al mismo tiempo, quiero ser genuino, auténtico y verdadero».
Reacciones
La respuesta de las franquicias no es la única incógnita. Es el momento de tabúes, miradas y prejuicios.
Después del inmediato apoyo público del expresidente Bill Clinton se esperan las reacciones de un mundo en el que hasta ahora las declaraciones evidentes han sido escasas y prudentes, salvo en el caso de Tim Hardaway. «Odio a la gente homosexual», bramó en 2007 quien fuera uno de los bases más reconocidos de la NBA. «Tiene derecho a tener su opinión. Dios bendiga América. Sin embargo, estoy en contra de un jugador intolerante», ha anticipado Collins. «Jason ha sido un jugador y un compañero de equipo muy respetado a lo largo de su carrera y estamos orgullosos de que él ha asumido el liderazgo en este tema tan importante», defendió el comisionado de la NBA, David Stern, quien ya sancionó a Hardaway por sus declaraciones homófobas.
«Me he dado un montón de duchas en 12 temporadas. Mi comportamiento no era un problema antes, y no va a serlo ahora. Mi conducta no va a cambiar», aseguró en su declaración Collins para añadir una de sus notas de humor: «Lo que ocurre en el vestuario se queda en el vestuario. Todavía soy un ejemplo de discreción». De hecho, también ha adelantado una respuesta bromista dirigida al mítico Shaquille O’Neal: «Mi ‘flopping’ (simulaciones de faltas) no tiene nada que ver con ser gay».
Jason Collins ya forma parte de la historia contra la discriminación en Estados Unidos. Después de once años entre las estrellas de la canasta será conocido por ser el primer homosexual en el deporte de élite, aunque Collins desea reducir el alboroto: «En casi todas las familias hay un hermanos, una hermana o un primo que es gay. En la hermandad de la NBA solo soy aquel que lo ha revelado».

El baloncesto visto desde el punto de vista del aficionado

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