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El cambio climático condena a las estaciones de esquí en cotas bajas

El estudio se centra de Suiza y los Alpes, pero creo que es aplicable, aún con más motivos, a países más meridionales como España: el cambio climático acabará con las estaciones de esquí de cotas bajas en las próximas décadas, mucho antes de lo previsto.

Las noticia, firmada por la agencia Efe, asegura que las estaciones de esquí que se encuentran por debajo de los 1.200 metros de altura están condenadas a quedarse sin nieve en los próximos cincuenta años como consecuencia del cambio climático, según especialistas en este fenómeno de la ONU y la sociedad civil.

El impacto del calentamiento global en los nevados no es novedad, pero sí lo es la rapidez con la que éstos están retrocediendo en todas partes del mundo.

En Suiza, paraíso de los esquiadores, 84 de sus 85 glaciares han retrocedido a un ritmo constante en los últimos años, según ha explicado el director para Europa del Programa de la ONU para el Medio Ambiente, Christophe Bouvier, en una rueda de prensa con ocasión del “Día Internacional de la Montaña” que se celebra mañana.

Los científicos han establecido que el aumento de la temperatura promedio en los Alpes está ocurriendo tres veces más rápido que en el resto de cadenas montañosas que se le pueden comparar.

Consecuentemente, la cota de nieve no parará de subir, al punto que las estaciones de esquí por debajo de los 1.200 metros ya no podrán funcionar de aquí a cincuenta años, pese a lo cual las construcciones e inversiones en esa industria siguen creciendo.

En ese sentido, Bouvier sostuvo que las estaciones de esquí son buenas para las economías locales, permiten a las poblaciones diversificar sus fuentes de ingresos e incluso son útiles para crear consciencia sobre el cambio climático, sobre todo cuando los esquiadores escuchan que en algunos años quizás ya no podrán recorrer más sus pistas preferidas.

No obstante, las estaciones y la economía que se genera alrededor de ellas deben ser concebidas desde un punto de vista sostenible y tratando de disminuir todo lo posible su impacto ecológico, explicó.

Por su parte, el guía de montaña y productor de vino suizo, Patrick Brun, ofreció su testimonio sobre los cambios que en el último cuarto de siglo ha observado en ambos ámbitos a causa del cambio climático.

“He escalado 500 picos de los Alpes, así como el Kilimanyaro (Tanzania), el Aconcagua (Argentina) y el Everest (la montaña más alta del mundo, en Nepal) y les puedo afirmar que en todas las montañas la nieve se está derritiendo”, sostuvo.

Mencionó, por ejemplo, que al nevado Dom des Mischabel (4.545 metros de altura), ha resultado imposible en los últimos años subir entre julio y agosto, como era la costumbre, “porque ya no hay nieve en el verano, lo que hace más difícil y peligroso intentar su ascensión”.

En el monte Cervino (4.478 metros), el pico más alto de Suiza, había una pasarela de nieve muy conocida por los alpinistas y que permitía llegar directamente a otros picos, “pero desde hace cinco años tenemos que dar la vuelta a toda la montaña porque la nieve en esa pasarela está muy floja y hay caídas permanentes de piedras”, explico Brun.

La viticultura también sufre del cambio climático, señaló Brun, tras mencionar que la cosecha de uva nunca se hacía antes de octubre, pero en la última década tuvo que adelantarse a septiembre porque “la fruta está madura cada vez más pronto”.

Y mientras tanto, en España no dejan de surgir proyectos de nuevas estaciones de estaciones de esquí, como la de San Glorio , o de ampliaciones de las ya existentes, como el mastodóntico plan que pretende unir Candachú con Astún y Formigal. Como consuelo, la crisis urbanística ha ralentizado, cuando no directamente paralizado, buena parte de estos proyectos, lo que demuestra que tenían poco que ver con el deporte de la nieve y mucho con intereses especuladores y económicos.

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Por Fernando J. Pérez e Iñigo Muñoyerro

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